Desde la marcha del rey Juan Carlos a Abu Dabi en el Palacio de la Zarzuela tan solo viven la reina Sofía y su inseparable hermana, doña Irene. El rey Felipe VI pasa largas horas en su despacho, aunque su vida la hace en otra residencia del complejo, el Pabellón del Príncipe, junto a la reina Letizia y sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. La primera abandonará en unos meses su casa para poner rumbo a Gales, donde estudiará bachillerato en un colegio elitista.
¿Pero cuánto cuesta mantener un gran palacio como Zarzuela? ¿Y ahora que está más vacío y con menos actividad que nunca debido a la pandemia y la ausencia del emérito? Esta pregunta se la ha hecho Pilar Eyre esta semana en su blog de Lecturas.

"Los 600 empleados, que incluyen funcionarios, escoltas y 60 conductores para 44 coches, encabezados por siete Mercedes-Benz blindados, a causa de la pandemia y la baja productividad del matrimonio real están casi inactivos", señala la periodista especializada en la Casa Real.
Después entra en detalles concretos de los gastos: "Todo tiene un aire melancólico de acto final, aunque la ingente maquinaria sigue funcionando casi por inercia, como las dos piscinas, cuyo mantenimiento cuesta 250.000 euros al año, o el servicio de limpieza profesional, que cuesta 893.000 euros anuales y actúa en unas estancias que ya casi nunca se utilizan, excepto para algún acto puntual de los actuales Reyes".

Al mismo tiempo, también confiesa cómo son algunas de las habitaciones de palacio y qué tienen en su interior: "Hace años, un servidor de la Zarzuela me contó que en el desván hay tres grandes habitaciones llenas hasta los topes de objetos sin valor de la familia Franco: 'Se llevaron allí cuando Carmen Polo fue obligada a irse de El Pardo'. Desde alfombras apolilladas hasta cuadros muy malos, una veintena de orinales de loza y hasta el váter portátil que Franco utilizaba cuando iba de viaje".
Por consiguiente, tiene algunas teorías de lo que pueden hacer con estas habitaciones 'secretas': "Quizá pronto se deban habilitar nuevos trasteros para guardar los objetos de Juan Carlos, que siguen actualmente en sus estancias y permanecen tal cual los dejó. La ropa de civil en un armario, los uniformes en otro, hasta los objetos de tocador siguen en el cuarto de baño. Su silla de ruedas. Y su fabulosa colección de relojes valorada en varios millones de euros (tan solo su Patek Philippe de color rosa cuesta siete millones)".

De momento, todos los enseres del rey Juan Carlos están bajo llave: "Están en una estancia especial, en vitrinas provistas de rotores automáticos y temperatura constante. ¿Adónde irán a parar?", explica.
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El marido de la reina Letizia también tiene una importante tarea por delante, qué hacer con todos los premios de su progenitor: "Pero quizá lo que más dolores de cabeza da a Felipe es qué hacer con el pabellón donde se exhiben los 1.000 trofeos cinegéticos de su padre. Una nave dotada de luz, su propio servicio de seguridad, limpieza y calefacción, pues las piezas –desde un raro rinoceronte blanco de África hasta el pobre oso borracho Mitrofán, cazado en Rusia– deben permanecer siempre a 22 grados".
Pilar le da unas ideas: "¿Donarlo, regalarlo a los amigos de Juan Carlos o demolerlo discretamente por la noche, sin que nadie se entere?", sentencia al respecto.

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