La empresa de catering que servía las bodas y eventos del palacio de El Rincón, propiedad de Carlos Falcó, ya tienen lista la demanda contra los herederos del marqués de Griñón, y será presentada en breve en los Juzgados.
A la muerte por coronavirus del marqués de Griñón, en marzo de 2020, sus hijos decidieron anular las actividades festivas del imponente recinto, en las que predominaban las bodas. Una gestión de la que se encargaba personalmente Xandra, la hija mayor, golpeada el pasado año no solo por la muerte de su padre. Su marido, Jaime Carvajal, murió de forma repentina seis meses después que el marqués.
En el imponente palacio de Aldea del Fresno se celebraban un total de 22 bodas al año, de las que los novios pagaban un adelanto de 3000 euros. Con esa cantidad, la empresa de catering invertía en los productos a utilizar y, como las cocinas del palacio estaban muy deterioradas, compraron furgonetas y material para cumplir su cometido.
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Sin tener en cuenta el contrato firmado con dicha empresa, los cinco hijos del marqués abandonaron el calendario de bodas, dejando a la empresa en una situación económica muy precaria, ya que la pandemia y el estado de alarma les impidió buscar otro sitio emblemático de las afueras de Madrid para reubicar su negocio. Además, tuvieron que devolver los adelantos que les habían hecho las parejas de novios, porque la actitud de los herederos de Falcó impedía, según los demandantes, posponer las bodas para más adelante.

En total, la empresa de catering reclama 54.000 euros de las bodas pre contratadas, más 198.000 euros que han perdido con la rescisión del contrato. Un total de 258.000 euros a repartir entre los cinco hijos del aristócrata, más la parte que le corresponda a Esther Doña. Recordemos que la única herencia que recibió de su marido fue el usufructo del palacio. Un uso que ha declinado disfrutar a cambio de que sus hijastros se lo compensen económicamente. Y eso será cuando consigan vender el palacio.
Doña quería el negocio de bodas, pero sus hijastros se negaron
Doña les propuso a Xandra y a su hermano Manolo seguir ella con el negocio de las bodas, pero los hijos de su marido se negaron y desistió del proyecto.

La cifra de venta que piden los hijos del marqués es la misma que Carlos Falcó ya pedía en vida por el palacio, 8 millones de euros, cantidad demasiado alta para los inversores extranjeros que se han interesado por el histórico y bellísimo monumento del siglo XIX. Su estado, ruinoso en algunas estancias, complica su venta, ya que los posibles compradores querían hacer en los terrenos cercanos un campo de golf, un proyecto muy costoso que hace inviable la inversión.
Ellos están en otros cosas y Esther tampoco se ocupa. Ella quería seguir a cargo del negocio de bodas y fiestas, pero los hijos no la han dejado. Esther ahora tiene un nuevo acompañante, en teoría, solo un amigo, dice ella. Primero era un vecino de la urbanización y ahora un antiguo amigo y anuncia que tiene planes laborales muy interesantes que todavía no puede desvelar.