La reina Isabel II estaba al lado de su marido el duque de Edimburgo cuando murió después de que de jurarle que no volvería a ingresarle en el hospital. El príncipe consorte murió en su apartamento privado en el castillo de Windsor después de pasar sus últimos días con la reina, quien rápidamente descartó trasladarle a un centro sanitario tras pedírselo su marido.
Dicho y hecho: la reina estaba junto a la cama del príncipe Felipe cuando murió en el castillo de Windsor y pasó sus últimos días insistiendo en cuidarse a sí mismo en su propia casa. El padre del príncipe de Gales se negó a regresar al hospital antes de morir "pacíficamente" mientras dormía en su apartamento privado el viernes por la mañana, apenas dos meses antes de cumplir 100 años.
El consorte de Gran Bretaña con más años de servicio fue dado de alta de un hospital de Londres el 16 de marzo después de un mes, tiempo en el que se sometió a una cirugía cardíaca y fue tratado por una infección.
Su frágil condición empeoró durante la noche del jueves, pero la sugerencia de llevarlo de regreso al hospital fue rápidamente rechazada por su esposa, la Reina, de 94 años.
Felipe Mountbatten se puso "gravemente enfermo" y estaba decidido a morir en su casa en Berkshire. "Pasó la mayor parte de las cuatro semanas que estuvo en el hospital tratando de llegar a casa. Le operaron el corazón en un intento por darle un poco más de tiempo, tal vez con el centésimo cumpleaños en mente", asegura una fuente citada por Daily Mirror. "Pero a él realmente no le importaba eso. Solo quería estar de vuelta en su propia cama", añade.
El duque quiso ver antes de morir a sus cuatro hijos, el príncipe Carlos, la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, en reuniones separadas "súper distanciadas" antes de su fallecer, lo cual fue posible gracias a que todos están ya vacunados contra el coronavirus. Sin embargo, no pudo ver a sus nietos, incluido el príncipe Guillermo, futuro rey, y bisnietos, ya que no han sido inmunizados por sus edades.
Precisamente una de las frustraciones que acompañó a Felipe de Edimburgo en la última etapa de su vida fue no poder verse libremente con algunos de sus familiares por las restricciones de Covid que limitaban las visitas. No obstante, los últimos informes aseguran que tenía relativa buena salud y estaba en "buena forma" pocos días antes de su muerte, pasando sus últimos días con su esposa.
De hecho, a principios de su última semana e la Tierra todavía estaba leyendo y escribiendo cartas, y hablando con sus seres queridos por teléfono, ya que no le gustaba usar Zoom, aunque lo había utilizado para mantenerse en contacto con su nieto, el Príncipe Harry, que reside junto a Meghan y su hijo en California. Según Daily Mail, desde su salida del hospital había estado "más tranquilo y silencioso", y pasaba casi tofo el tiempo confinado en su habitación. Hasta el final mantuvo dos fotos enmarcadas junto a su cama, una de su esposa y otra de su madre, según han publicado medios británicos.
Estaba decidido hasta el final a morir en su propia casa, y se cambiaron las horas de las comidas para poder coincidir en la cena con su mujer cuando su salud se lo permitiera y se sintiera lo suficientemente bien. El duque se negó a usar su audífono, y se negó a que personal de palacio le recogiera sus gafas cuando se le caían, haciéndolo él mismo, según ha comentado la reina Isabel II.