Cuenta María Eugenia Yagüe en su columna de La Otra Crónica que hace años el gran diseñador Andrés Sardá era proveedor de la lencería y bañadores de la Casa Real y mandaba a palacio las nuevas colecciones de ropa interior favoritas de la reina Sofía. No sabemos si ahora la firma española que lleva en su ADN encajes y transparencias los envía a la reina Letizia.
Por supuesto, Zarzuela nunca confirma nada en este sentido. Pero gracias a la propia firma española sabíamos que esas transparencias sí llegaban a Palacio como lo hacían a los cajones de famosas como Naomi Campbell, Madonna o Kim Basinger.
Por cierto que, como se recoge en el mismo artículo, Rigby and Peller, la firma inglesa de ropa íntima del mismo grupo al que pertenece Andrés Sardá, lleva 29 años como proveedor de la viuda de Felipe de Edimburgo, lo cual permite en el Reino Unido que esa ropa lleve la etiqueta By appointment of Her Majesty the Queen, igual que otros productos usados por Isabel II y su augusta familia.
¿Imposible comprobarlo?
Por supuesto, no se puede comprobar si una reina lleva tal o cual ropa interior a no ser que el viento traicionero levante una falda o un flash inoportuno ilumine un jersey oscuro, como le ha ocurrido a la mujer de Felipe VI en alguna ocasión, y a alguna royal más.
La cosa del descuido adquiere proporciones planetarias cuando las protagonistas del disgusto son reinas o princesas. Y no es un mal nacional: revistas del cuore y digitales retratan cuando ocurre a doña Letizia 'desnudada' por un flash de cintura para arriba, desvelando que llevaba un sujetador blanco, tal y como recogen medios como Vanity Fair, Hola y otros muchos. Pero es que a la prensa internacional también llegaron las fotos. Así somos, no los españoles, sino los seres humanos.
Las reales transparencias no pasaron desapercibidas en febrero de 2019, cuando un buen número de medios destacaban el "paso en falso" de la reina española. El desliz estilístico de doña Letizia en la inauguración de la VIII Edicion del Foro Contra el Cáncer traspasaba nuestras fronteras.
Si la prensa internacional suele calificar a la mujer del jefe del Estado como icono de estilo, en aquella ocasión resaltaban la anécdota protagonizada por Su Majestad con la inoportuna transparencia que dejó al descubierto su ropa interior.
La revista alemana Bunte, por ejemplo, titulaba: "¿No se dio cuenta? Esta camisa revela el sujetador real. Hoy, el mundo pudo ver qué más se esconde detrás de las paredes del palacio: la transparencia de su suéter y la luz le juegan una mala pasada".
Desde el Reino Unido, la hermana british de Hola aseguraba que es "increíblemente raro que la reina Letizia se haya equivocado cuando se trata de estilo. Aunque está considerada como uno de los miembros de la realeza mejor vestidos, lamentablemente no hoy".
Queen Letizia suffers unfortunate wardrobe malfunction in Madrid https://t.co/Wi9U8S4JPn pic.twitter.com/ztAAJHiFBE
— HELLO! (@hellomag) 4 de febrero de 2019
En el Daily Mail opinaban que "la reina Letizia de España sufre un paso en falso cuando los flashes de las cámaras muestran su sujetador debajo de un jersey negro de punto fino en Madrid".

En Italia, el semanario Oggi otorgaba carta de intencionalidad al supuesto descuido y dio a entender que la reina lo hizo a propósito: "Letizia Ortiz deja esta vez muy poco a la imaginación. Este es otro giro sexy de la reina de España, que adora transgredir el protocolo del Palacio Real y mostrar toda su carga de sensualidad", rezaba la nota. El diario Corriere della sera titulaba sobre un vídeo con el momento en cuestión, "Letizia Ortiz y la camiseta transparente en la conferencia sobre el cáncer".
La revista Closer (la misma que pilló a Kate Middleton en topless) se preguntaba: "¿Tendría la reina Letizia de España un 'faux-pas' de moda?". Para contestarse a continuación: "¡Parece que sí!", añadiendo que "la esposa del rey Felipe VI apareció con un traje transparente que insinuaba su sostén".
PHOTOS. L'ÉNORME fashion faux-pas de Letizia d'Espagne qui laisse entrevoir son soutien-gorge dans un haut transparent #rediffhttps://t.co/P4ZZrysQZP pic.twitter.com/fdoJkF8Z1F
— Closer (@closerfr) 4 de febrero de 2019
No era la primera vez ni mucho menos que Letizia se enfrentaba a un descuido de este tipo. Incluso los ha habido peores. Y tampoco es la única aristócrata que ha exhibido sin querer la ropa interior.

Hace años, en público, doña Letizia se hizo un Marilyn.

Han pasado 66 años desde aquella escena icono de la Historia del cine, aún en 2021, una falda levantada o una transparencia son descuidos que aún fascinan o dan morbo, postureos e hipocresías aparte.
Letizia, aún princesa, sufrió solo dos años después de su boda en 2004, la embestida de una ráfaga de viento en un acto que celebraba el 300 aniversario de la localidad gaditana de San Roque: su falda plisada voló delante de las cámaras, dejando ver su ropa interior color crema. La revista que recogió el momento y lo llevó a portada fue muy elegante al titular la anécdota: "Letizia es humana, decía". En aquel entonces, hasta el diario Bild, el de mayor tirada en alemania, salió con ella en portada, titulando con un juego de palabras que vino a decir: "Princesa Letizia. Remolino en su braga".

Por fortuna, las nuevas generaciones de princesas y reinas no se asustan ante tamaña chorrada. Otro icono de moda como es Kate Middleton sufrió un percance parecido que también dio la vuelta al mundo. La esposa de Enrique de Inglaterra estaba al otro lado del Atlántico, el cielo estaba despejado, acababa de aterrizar junto a su marido en el Aeropuerto Internacional de Calgary, en el octavo día de su viaje oficial de nueve por Canadá, y una niña estaba a punto de entregarle un ramo de flores... Pero, de repente, apareció de nuevo el dios Eolo con toda su furia: su vestido amarillo, a juego con los zapatos de tacón, se arremolinó en torno a sus piernas mientras Duquesa de Cambridge y Guillermo de Inglaterra avanzaban por la pista. El instante fue suficiente como para que decenas de fotógrafos enviasen la joya del día a sus medios. Enhorabuena Catalina y Letizia, sois humanas. Por eso, mejor llevar ropa interior cara y bonita, como la de Andrés Sardá, porque nunca se sabe.