Jorge Javier Vázquez se ha ganado a pulso ser uno de los presentadores más emblemáticos desde hace años debido a las numerosas horas que pasa frente a las cámaras y a los grandes momentos que genera en televisión. En ocasiones, él no tiene reparos a la hora de hablar de sus facetas más desconocidas, aunque otras veces son sus amigos y enemigos los que lo descubren.

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En esta ocasión, Pilar Eyre ha tenido unas palabras para el presentador de Sálvame, recordando que la rescató en uno de los peores momentos de su vida: "Estaba siendo el peor de los veranos. Me había quedado sin trabajo, mi vida sentimental era un desastre, me ahogaba en pleno mes de agosto en un piso recalentado, en una Barcelona desierta. Me sentía fracasada, fea y, lo peor de todo, sola. Me sobresaltó el timbre de un teléfono que ya no sonaba nunca, era Jorge", escribe la periodista en su blog de Lecturas.

Sin ella esperarlo, esos días se acabaron convirtiendo en unos de los más especiales de su vida: "Y a partir de aquí se sucedieron los tres días más luminosos de mi vida, que no dejo de recordar sin apear la sonrisa de los labios. Y eso que empezaron mal. Estábamos en un hotel pequeño y anticuado y, nada más llegar, me rompí un dedo del pie al tropezar con una baldosa suelta de la minúscula piscina".

Así las cosas, no les quedó otra que quedarse en el hotel: "Al final preferíamos quedarnos en la habitación, viendo la tele, comiendo y bebiendo. Yo con el pie en alto y conversando de la vida, de nuestro futuro y de chismes de la profesión...".

A partir de ese viaje, la vida de Eyre dio inesperadamente un vuelco: "Cuando volví a Barcelona tenía trabajo y me esperaban unos brazos amorosos que daba por perdidos. 'Reparto suerte', dice siempre Jorge, y es verdad porque, aunque tiene un talento inmenso para escribir, actuar o presentar programas, todo lo hace en el momento oportuno, y además te trasmite su buena fortuna como una Campanilla que, en lugar de haber nacido en el País de Nunca Jamás, lo hubiera hecho en Badalona".

Juntos, compartieron muchos momentos inolvidables: "Nos hemos corrido muchas juergas por Madrid cuando se podía salir a la calle con él libremente, pero comprendí que esa faceta se había acabado". No obstante, después han vivido muchas otras cosas: "He ido a todos sus estrenos de teatro tan orgullosa como una 'tieta' y también asisto emocionada a las adopciones de sus perros, una causa, la de los animales abandonados, que compartimos y que nos ha hermanado aún más si cabe".

La periodista no tiene palabras suficientes para elogiarlo: "Creo que todas las personas que lo conocen lo quieren, nadie me habla mal de él. Pero si se lo dijera, me cortaría con apuro, porque le dan vergüenza los elogios, no es nostálgico ni sensiblero, ni siquiera sentimental... Si tuviera un problema seguiría llamándolo, porque solo su voz, solo su tono".

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Al parecer, en estos momentos están más alejados el uno del otro por la pandemia, pero el cariño y la admiración que ella sigue teniendo por él es gigante: "Antes... Ahora lo veo casi únicamente por televisión y me admiran su ironía, su capacidad de volver importante lo trivial y aligerar lo importante. Es culto sin ser pedante, irónico sin crueldad... No tiene carácter de líder ni de general, es un soldadito valiente, disciplinado, trabajador, que nunca se ha quejado ni en malos tiempos de salud o baches laborales", confiesa.

Eyre se enorgullece cuando piensa en lo lejos que ha llegado su amigo: "Ahora me cuenta: 'Estoy como nunca... ¡Los mejores años de mi vida!'. Ha llegado a lo más alto en la profesión, sí, pero yo no puedo dejar de acordarme con ternura y añoranza de aquella época lejana en la que éramos pobres y felices", sentencia en su blog.

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