Erika Ortiz, la menor de las hermanas de la reina Letizia, falleció tal día como hoy a los 31 años en su domicilio de Madrid. La benjamina de las Ortiz Rocasolano fue hallada muerta el 7 de febrero de 2007 por su novio, el cámara Alberto García, en el dormitorio de la casa de Vicálvaro en la que había vivido de soltera la que hoy es reina de España.
Érika vivía con su hija Carla pero su última noche la pasó sola. Su hija Carla, que solía pasar mucho tiempo en casa de su abuela Paloma, había dormido aquel día en casa de una vecina, lo cual disparó en su día especulaciones sobre su había planeado lo que iba a hacer. Refuerza esa hipótesis el hecho de que hubiera dejado escritas varias cartas.
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Cinco cartas
El miércoles 7 de febrero, el Juzgado de Instrucción número 12 de Madrid se hizo cargo de la investigación y desde el principio se barajó la hipótesis del suicidio. Cinco cartas había escrito antes de morir. Una para su madre, otra a su padre, otra al padre de su hija, Antonio Vigo, y otras dos a sus hermanas Telma y Letizia.
A las once de la mañana, su pareja de entonces llegó al domicilio y descubrió la tragedia. Erika había estado de baja laboral por depresión y ansiedad seis semanas. Pero nada más incorporarse a Globomedia pidió dos días libres más.

Licenciada en Bellas Artes, separada de Antonio Vigo, con el que fue a la boda de su hermana en La Almudena, dejaba a una hija de cuatro años, Carla Vigo, quien empezó a adquirir cierta notoriedad pública en los medios de comunicación tras cumplir la mayoría de edad y compartido a través de sus redes sociales.
En ese momento, la hermana menor de la entonces princesa de Asturias había pedido un permiso "de dos días" en la productora Globomedia, donde trabajaba y tenía previsto incorporarse "a un nuevo proyecto".

El Rey don Juan Carlos recibía la noticia estando en Alemania, ya que tenía previsto acudir a una presentación, en Múnich, y antes de regresar a Madrid tenía que recibir en Baden Württemberg el premio Alemán de los Medios de Comunicación por méritos de su vida y obra.

Doña Sofía recibió la noticia del fallecimiento de Erika Ortiz en Indonesia sobre las 13.00 horas (hora peninsular española). Su primera reacción fue "llevarse las manos a la cabeza" y "romper a llorar", según relató entonces la cronista real de La Vanguardia María Angeles Alcázar, que cubría el viaje de la reina para el diario barcelonés.
Pastillas
La tragedia adquirió dimensiones aún más terribles cuando se filtró que la hermana de Letizia se había quitado la vida. La autopsia determinó que la muerte le sobrevino a Érika tras ingerir un número no precisado de pastillas, posiblemente tranquilizantes.
Se sabía en las redacciones de los medios especializados que Érika llevaba un tiempo con problemas y que no había ayudado precisamente a su frágil estabilidad emocional la entrada en tromba en el mundo mediático, debido a la notoriedad adquirida por su hermana mayor tras comprometerse con Felipe de Borbón.

Toda la familia Ortiz Rocasolano disfrutaba ya entonces de ventajas y atenciones solo con la noticia de que Letizia se casaba con el príncipe Felipe pero también supuso para ellos un tsunami de cambios que, en el caso de Erika, fue imposible de gestionar. La influencia y el poder de los Borbones, al servicio de su hermana, ayudaron a Érika a situarse profesionalmente, la colocaron en Globomedia y la licenciada en Bellas Artes consiguió un salario mayor, y se mudó a Vicálvaro a la casa donde había vivido de soltera Letizia, y donde por cierto Felipe y la periodista habían vivido sus primeras pasiones.
Érika disfrutaba de ventajas materiales, pero era perseguida por los medios y nos soportaba la situación. No es que la presión de los paparazzi provocara su estado de ánimo, sino que estaba mal ya antes y aquello no ayudó. La hermana de Letizia llegó a contar a sus más cercanos compañeros de trabajo, donde nunca se sintió valorada, que desde Zarzuela no paraban de darle instrucciones sobre qué debía hacer y qué no hacer.
Por supuesto, como hermana de Letizia, su situación sentimental fue escudriñada y se aireó a pesar de los esfuerzos de la entonces princesa por controlar las informaciones. Por entonces, Carla ya estaba separada del padre de su hija, Antonio Vigo, y había comenzado a salir con el cámara que la encontró sin vida el último día que estuvo sobre la Tierra. Las agencias de prensa rosa les fotografiaron juntos poco antes de su fallecimiento. Aquellas imágenes demuestran que al menos conoció el amor y el cariño poco antes de irse.

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