El mundo del deporte está de luto. Uno de sus grandes referentes, Diego Armando Maradona, murió este miércoles a los 60 años en Tigre (Buenos Aires). La tristeza en Argentina es inmensa, casi indescriptible. Se les ha ido su mayor figura en años, para muchos, se ha ido un dios. Así fueron las últimas horas del "barrilete cósmico".
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Maradona se despertó temprano, como siempre hacía. Desayunó y salió a caminar, acompañado por las tres personas que no se separaban de él desde la última operación de corazón de hace unas semanas: su psiquiatra, su psicólogo y una enfermera que le monitorizaba las 24 horas. Mientras daba un paseo por el barrio de Tigre, en el norte de Buenos Aires, una mujer le grabó caminando despacio. Un niño le gritó emocionado y él le saludo, dejando al pequeño totalmente feliz.

Al regresar a su casa, les dijo a sus acompañantes: "Me siento mal", y se fue a descansar un rato. Se echó a dormir en su cuarto y jamás despertó. Cuando entró la enfermera y le vio en estado crítico trató de reanimarle. Un vecino, que es médico, se trasladó rápidamente a su hogar y le intentó salvar la vida. También llegaron hasta nueve ambulancias, pero no había nada que hacer. El mítico futbolista argentino ya se había ido.
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Dicen los que le conocen que en los últimos días estaba triste, "bajoneado". Se había apartado del balón por sus problemas de salud y quería volver al verde. "Nada lo motiva", decían sus amigos antes de su 60 cumpleaños el pasado 30 de octubre. A sus íntimos les transmitió sus intenciones de ir esta misma semana a ver un entrenamiento de Gimnasia de la Plata, el equipo argentino que entrenaba.

En su débil estado psicológico también influía su adicción al alcohol. Maradona estaba permanentemente vigilado para evitar una recaída. Pero él lo echaba de menos. La adicción a las drogas estaba controlada. El problema era el alcohol. Sus familiares lo sabía y por eso lo visitaban a menudo, sobre todo sus dos hijas, Gianinna y Jana.
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Parecía que su recuperación iba bien y Diego estaba volviendo a ser el que era. Pero en los últimos días todo cambió. Aseguran que estaba "muy ansioso". Incluso había recuperado fuerza la idea de un viaje a Cuba para continuar con la recuperación en la isla. Este miércoles, en torno a las 12 del mediodía, su corazón dijo basta. Sufrió un paro cardiorrespiratorio y descansó para siempre, un final que ya asomaba desde hace muchos años.
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