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Don Juan Carlos: así sería The Crown a la española con él como gran perjudicado

La emisión en Netflix de la cuarta temporada de The Crown ha puesto patas arriba la visión que el mundo tiene de la familia real más conocida a nivel planetario. Aunque se trata de una serie de ficción, y su rigor histórico sea discutible, los retratos de Isabel II y algunos de los personajes que aparecen han levantado ampollas tanto en Buckingham Palace como en Downing Street. ¿Qué pasaría si un monstruo (como Netflix o HBO) decidiera producir un The Crown basado en la Familia Real española, con don Juan Carlos como eje del relato?

Probablemente sea el príncipe de Gales quien peor parado sale en la última entrega estrenada hasta la fecha. El heredero de la Corona británica ha pasado de ser víctima a verdugo. Charles era hasta esta temporada el hijo de un padre duro y una madre más pendiente de su país y de su imperio que de sus descendientes y en esta entrega en cambio es un déspota, cruel con Diana y sus hermanos, un padre poco pendiente de sus hijos, malcriado, caprichoso e inmaduro. Carlos (Josh O'Connor) no puede estar con la mujer que ama, Camilla Parker Bowles (Emerald Fennell), y se casa con Diana Spencer (Emma Corrin), de la que no está enamorado.

La cuarta temporada abarca los años 80. Se sitúa durante el período de Margaret Thatcher (una excesiva aunque impactante Gillian Anderson, pareja en la vida real del creador de la serie, Peter Morgan) como primera ministra y presenta el matrimonio de Carlos con Lady Diana Spencer, junto con los nacimientos de los príncipes Guillermo y Enrique. El breve noviazgo, la boda del Príncipe Carlos y Lady Di, su gira de 1983 por Australia y Nueva Zelanda, la Guerra de las Malvinas o la salida de la Dama de Hierro del número 10 de Downing Street son algunos de los acontecimientos narrados. 

Mucho daño para los Windsor

La serie ha hecho daño a la imagen de los Windsor, una especie de secta instalada en su mundo de lujo y pompa. Felipe de Edimburgo (Tobias Menzies) llega a amenazar a su nuera en unas navidades en Sandringham, la princesa Margarita (Helena Bonham Carter), casi siempre agarrada a una copa, es una víctima del desamor por imposición de su hermana, la princesa Ana (Erin Doherty) asume con resignación su fracaso matrimonial con Mark Phillips; la Reina Madre deja tiradas y esconde durante décadas a sus sobrinas deficientes mentales en un manicomio y la propia soberana sacrifica a alguno de sus peones (que le advierte de su error) sin dudar cuando es ella la que se equivoca al inmiscuirse en las decisiones de su primera ministra respecto de las sanciones al apartheid en Sudáfrica.  

El daño a los Windsor ha sido tal que el aparato palatino ha filtrado el descontento de los miembros de la estirpe a través de expertos cronistas reales como Hugo Vickers, que se ha apresurado a escribir un libro tratando de desmontar los aspectos más lesivos de The Crown: "Es una verdadera vergüenza lo que le han hecho en esta temporada", decía el experto a la edición norteamericana de Vanity Fair. 

Bedell Smith, biógrafo de la reina Isabel, el príncipe Carlos y Diana, reprocha a los creadores de la serie que Diana comenzó a vivir romances extramatrimoniales antes de lo que se cuenta. Recuerda la aventura de la princesa de Gales, de apenas 25 años en 1985, con su guardaespaldas, Barry Mannakee, antes de que empezara a verse con James Hewitt, su amante desde noviembre de 1986. Bedell Smith sostiene que fue Diana quien atacó a Carlos, despreciando su labor y su cargo. En la serie, Diana es sin apenas matices la víctima agraviada por el romance nunca interrumpido entre Carlos y Camilla Parker Bowles. 

Versiones aparte, los hechos esenciales sin embargo, son tozudos: Diana era casi una adolescente cuando conoció al que se convertiría en su marido (12 años mayor) y ella tenía 20 años cuando se casaron.

16 años después, con solo 36 años, murió víctima de un accidente de coche en París, el 31 de agosto de 1997. El 9 de abril de 2005 el príncipe Carlos se casaba con Camilla Parker Bowles en Windsor, en una ceremonia civil en el Ayuntamiento a la que siguió una misa oficiada por el arzobispo de Canterbury.

La preocupación de la familia real británica por la emisión de esta temporada de The Crown es honda porque la visión que da de sus miembros resucita la terrible imagen que había contra Carlos y Camilla hace 23 años, cuando murió Diana. 

El cronista Vickers se pregunta si Carlos, retratado como un cobarde, desagradable y hasta violento en sus discusiones con la madre de sus hijos en esta entrega, aparecerá en la próxima temporada conspirando para que asesinen a Diana en un túnel en París, o algo espantoso: "No me sorprendería", ha declarado.

Versión española: crossover deseado

¿Soportaría ahora Zarzuela un tsunami así? El encuentro en el verano de 1986 de Carlos y Diana junto a sus dos hijos, con don Juan Carlos y doña Sofía, en Mallorca, dos matrimonios rotos pero con una imagen pública apuntalada en escenas como éstas, podría aparecer en la versión española de The Crown, un camino para el crossover entre ambas. En todo caso, la figura del Rey Juan Carlos y las de otros miembros de su familia han sido objeto de producciones audiovisuales antes pero nunca con una repercusión comparable. Y no actualizadas con lo que sabemos hoy. 

Hace diez años, cuando Felipe de Borbón y Letizia eran aún príncipes de Asturias, Telecinco emitió una miniserie de dos capítulos cuyo principal argumento era la relación sentimental del hijo de don Juan Carlos y la periodista asturiana (Amaia Salamanca). La producción arranca con el encuentro navideño del 14 de diciembre de 2001 en el Palacio de la Zarzuela cuando el príncipe (Fernando Gil), visiblemente emocionado, anuncia el fin de su relación con la modelo noruega Eva Sannum. Felipe de Borbón se dirige a los españoles para decir que "deber y querer y razón y corazón no están separados, sino que siempre han ido juntos", unas palabras referidas a la necesidad de compaginar el deber hacia la Corona con el amor verdadero.

Allí explica las condiciones que debe poseer su futura esposa. La periodista Letizia Ortiz, presentadora de televisión y ajena por entonces a las vicisitudes del Príncipe de Asturias, aún no ha cruzado su destino con el heredero. La serie es modesta y compararla con The Crown sería como comparar el Queen Mary con una patera, pero sirve para constatar una evidencia: que la historia e interioridades de nuestra Familia Real daría para una gran producción al estilo de la inmensa obra de Netflix sobre Isabel II.

Aquel don Juan Carlos (Juanjo Puigcorbé) aún reinaba en España cuando se estrenó en Telecinco la miniserie pero no teníamos apenas idea de los escándalos de corrupción que hoy conocemos. De sus amantes se sabía de su relación con Bárbara Rey, y otros rumores prohibidos por la sacrosanta autocensura, pero no se hablaba en los medios abiertamente como ahora.

La reina Sofía (Marisa Paredes), aunque se conocían las veleidades amorosas de su marido, era, de cara a la galería, una esposa recta y abnegada. La infanta Elena (Alicia Pérez) se acababa de separar de Jaime de Marichalar. Y los revoltosos Froilán y Victoria Federica aún eran unos críos. Su hermana la infanta Cristina (Àgata Roca) aún no estaba apestada por la corrupción de su marido, Iñaki Urdangarin (Quim Vila). También aparecían ya la madre de la entonces princesa, Paloma Rocasolano (Elena Irureta, de Patria), el padre de Letizia, Jesús Ortiz (Ferrán Rañé), Alfredo Urdaci (David Bagés), Telma Ortiz Rocasolano (Marina Gatell) y hasta el novio de Letizia antes de salir con Felipe, el periodista David Tejera (Chesco Simón). Un morbazo para una serie.

Amor verdadero

Pero la diferencia principal con la desastrosa y hasta trágica historia de la relación entre Carlos de Inglaterra y Diana, y la de Felipe de Borbón y Letizia, es que nuestro rey se casó por amor; sí, después de renunciar a otra pasión y a otra mujer por imposición de su deber como heredero. Pero finalmente se entregó enamorado a la mujer que hoy sigue siendo su esposa, además de la madre de sus dos hijas. 

Emérito el terrible

Eso no quiere decir que una The Crown española no fuera terrible para Zarzuela, y más en los momentos que vivimos. Si en la cuarta temporada  (y en las anteriores) de la serie histórica (aunque de ficción) la reina Isabel (Olivia Colman) es el personaje y eje central que vertebra el argumento central de la obra, y sobre el que giran todos los demás, don Juan Carlos debería ser el pivote esencial del relato.

Franco, don Juan, Kennedy...

Imaginemos una temporada inicial con su nacimiento en Roma, en 1938, en el seno de una familia, una monarquía, expulsada de un país devenido en república, con una España destrozada y sangrando en plena Guerra Civil. Después, su vida en el exilio, con episodios como el accidente que acabó con su hermano el infante Alfonso de Borbón mientras ambos jugaban con una pistola. Su vida en Estoril, sus primeras novias, su formación académica y militar, su relación con su padre, don Juan, la renuncia del hijo de Alfonso XIII a sus derechos dinásticos.

Después, su convivencia, educación y cercanía con Franco, otro suculento personaje para una serie del corte de The Crown. Y eso sin sacar a Carmen Polo o Carmen Franco. Y más tarde su boda con Sofía de Grecia, la llegada de sus tres hijos, su labor como sustituto en ocasiones y sucesor del dictador, su proclamación como Rey, su labor apreciadísima como motor y alma de la Transición democrática, su reinado, su papel como gran prohombre de la política exterior. Junto a don Juan Carlos podríamos ver, entre otros muchos, a personalidades como Kennedy, Nixon (cuando aún no era Rey), o Carter, Reagan, Clinton y los dos Bush, padre e hijo, ya como Monarca.

Pero también, por lo que conocemos hoy, veríamos escenas representadas como sus constantes aventuras extramatrimoniales, el fin de su historia de amor con la madre de Elena, Cristina y Felipe. La creación de esa fachada del aparato del Estado para mostrar un matrimonio casi perfecto. Incluso podríamos ver un crossover con la visita de Caros y Diana a Mallorca en Sus cacerías, la verdad sobre sus casi ilimitados privilegios en una parte de su reinado o sobre cómo ha confeccionado su fortuna. También serían personajes relevantes, siguiendo el esquema trazado por The Crown,  sus primeros ministros: Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, Zapatero y Rajoy. Y por fin, los elefantes, Botswana, Corinna, su abdicación, los escándalos, el exilio... Cierto es que a nivel mundial el interés a priori no sería como el que despierta un personaje como Isabel II pero material hay. ¡A qué están esperando los señores de Netflix!

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