Ana Obregón ha concedido su primera entrevista tras la muerte de su hijo, Álex Lequio, que falleció hace seis meses tras luchar durante dos años contra el cáncer. La presentadora ha relatado cómo han sido de duros los primeros meses sin su único hijo. Aunque tiene una motivación para seguir viviendo: poner en marcha la fundación que lleva el nombre del joven emprendedor, tal y como él deseaba.
Durante estos meses sin Álex, la actriz ha contado con el inmenso apoyo de su familia y amigos. No obstante, hasta con ellos le ha costado abrirse en canal sobre la pérdida del joven: "Ni con mis mejores amigos he podido hablar de voz. De mensajes, sí, pero de voz, no. Yo no he podido hablar en cuatro meses con nadie que no fueran Alessandro, mis padres y mis hermanos. Era como si entre el resto del mundo que me rodeaba y yo hubiera un muro enorme de cristal que ya no me permitía comunicarme", asegura en la revista Hola.
Los primeros meses sin él han sido los más difíciles de su vida, hasta el punto de que no encontraba las fuerzas para levantarse de la cama: "Los primeros cuatro meses estaba muerta por dentro. Aunque he estado en Mallorca, no he salido de mi casa. Los tres primeros meses casi no podía ni salir de la cama", recuerda.
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La presentadora está atravesando un complicado duelo que solo se cura con lágrimas: "Necesitaba estar sola en silencio y llorar, porque el dolor, si se evita, se magnifica. Yo quiero vivir este luto, este duelo, porque es lo que él se merece. Se merece la integridad del duelo. Yo no quiero hacerme la fuerte. Necesito llorar lo que no he llorado en dos años y medio de lucha y me tengo que permitir no ser fuerte, he sido fuerte cuando Álex necesitaba agarrarme fuerte de mi mano, que nunca tembló. Pero ahora, no".

La bióloga nunca podrá asumir la irreparable pérdida del joven emprendedor, su único hijo: "Yo no creo que pueda llegar a aceptar jamás que no pueda volver a abrazar a mi Álex, me imagino que algún día aceptaré y aprenderé a vivir el resto de mi vida con este dolor. El día que nació mi hijo, ese día nací yo. Antes no había vivido. Me dio la vida él a mí. Por eso, el día que se fue, pues me fui yo y lo único que sé es que jamás volveré a ser la misma. Porque cuando has llegado tan hondo y has tocado fondo, fondo de verdad...".
Vivir sin Álex, que partió con tan solo 27 años, es desgarrador. Para ella, el mundo es otro desde que él no está: "Su ausencia y su silencio es algo que te desgarra por dentro y de preguntas cómo es posible que la gente siga viviendo. Te extraña y te asombra que el resto del mundo siga como si no hubiera pasado nada".

Ana asegura que la unión entre ella y Álex era insuperable. Por eso, el día que murió, pensó en lo peor: "Yo siempre lo pensé y hasta una vez, hablando con mis hermanas, antes de que pasara todo esto, les dije: 'Yo no voy a sufrir nunca si le pasara algo a Álex, porque yo, al día siguiente, me voy con él'. Y no te voy a mentir... lo he pensado hacer. Me quería ir. No podía soportar el dolor ni la realidad y lo he estado pensando durante dos o tres meses".
Afortunadamente, esos pensamientos negativos ya los ha dejado atrás. Piensa en Álex y todo lo que puede hacer por él: "Por lo pronto, ya sé que no me quiero ir. Que ya es importante. ¿Y sabes por qué no me quiero ir? Porque quiero hacer cosas, cosas que Álex quería hacer y no pudo terminar. Quiero seguir su legado". Entre otras cosas, la actriz asegura que su hijo quería crear una fundación para la investigación contra el cáncer. "Él me decía: 'Quiero que todo lo que tengo, todo lo que he ganado, vaya a la fundación'".
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Ana ya ha puesto en marcha la creación de la fundación que llevará el nombre del joven: "No me ha costado ningún esfuerzo hablar con el abogado, inscribirlo, hacer los estamentos.... Yo sé que tengo que hacer muchas cosas. Tengo la misión de hacer lo que él quería hacer: ayudar a las personas que han perdido a alguien, a algún ser querido y, sobre todo, ayudar en la investigación del cáncer y contribuir a salvar vidas. Aunque también sé que hay cosas que no puedo hacer, porque el quería tener hijos, casarse, ganar mucho dinero para tratarme como ningún hombre lo ha hecho", añade.
Asegura que Álex siempre fue su protector y recuerda una cariñosa carta que él mismo le escribió el año pasado por su cumpleaños: "'Ahora entiendo todo lo que has hecho por ganar dinero, lo que has hecho por mí. Ahora tú no te preocupes porque yo voy a trabajar para retirarte y que tengas una vida tranquila como te mereces'".

Ana también ha desvelado el importante mensaje que su hijo le dejó a Justin, el mejor amigo de Álex, que lo visitaba en la clínica de Nueva York cuando se estaba tratando contra el cáncer: "'Justin, si alguna vez me pasa algo, solo te voy a pedir dos cosas: una, que cuides de mi madre y le digas a mi madre y a mis tías que cuiden de ella porque estará devastada. Y dos, que, cuando vayas al cielo, me busques'. Fíjate que grandeza de ser humano".
La actriz asegura que perder a un hijo es lo más duro que le puede pasar a una persona: "Un padre, una madre, un hermano... es dolorosísimo. Perder un ser querido es dolorosísimo y son duelos tremendos, pero nada es comparable a mi hijo. Perder un hijo es morir y tener la obligación de morir".
Ana, que está más unida que nunca a Alessandro Lequio, con él que comparte el dolor de perder a su hijo, trató de llevar los meses de lucha contra el cáncer con optimismo para que Álex no la viera mal y no decayera. Al mismo modo, recuerda la gran valentía y el coraje del joven contra la enfermedad: "Como él ha llevado todo yo no he visto a nadie, con esa fuerza, ese positivismo, esas ganas de vivir. Él quería vivir. Yo fui muy fuerte hasta el trece de mayo. Hemos hecho más de ciento veinte quimios juntos... ¿Tú sabes lo que eso, ver así a tu hijo, sufriendo?".

Obregón ha aprendido una gran lección de su hijo: "A mí la lección de vida me la ha dado mi hijo. En ningún momento se ha quejado, teniendo unos dolores que ni la morfina nos aliviaba". La presentadora aparentó en todo momento estar bien por su niño: "Después de una prueba, me miraba a mí y miraba a su padre. Su padre era más realista, pero, cuando me miraba a mí y me veía bien, me decía: '¿Mamá? ¿Ok? No me mientas, dime la verdad".
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Tras sus preguntas, la presentadora siempre le contaba la verdad. Sin embargo, en los últimos meses todo cambió: "Menos al final. Él tampoco preguntaba. Los tres últimos meses de ingreso en el hospital han sido e una crueldad que no se puede explicar. Terribles", sentencia.
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