Iñaki Urdangarin no ha dicho ni una palabra sobre la catarata de escándalos que rodean a su familia, empezando por el rey Juan Carlos, de un tiempo a esta parte. Si bien el marido de la infanta Cristina es el único sobre el que pesa una condena firme, y también el único que cumple pena de prisión, las cantidades económicas de las mordidas que presuntamente salpican a su suegro son de dimensiones siderales comparadas con las del Caso Nóos, el que llevó al ex jugador de balonmano a la cárcel por ser considerado culpable de un delito continuado de prevaricación, fraude a la Administración Pública, tráfico de influencias y dos delitos contra la Hacienda Pública.

Pero a Iñaki lo que le había hundido últimamente fue la desestimación de la concesión del tercer grado penitenciario que había solicitado el cuñado de Felipe VI, lo cual le hubiera permitido abandonar el centro penitenciario de Brieva hasta tres noches a la semana y pasar los 'findes' en su domicilio. Los magistrados no se lo concedieron porque consideraron que "la conducta global del interno una evolución suficientemente favorable, por el momento, que permita inferir una capacidad para llevar en lo sucesivo un régimen de vida en semilibertad, siendo precisa la consolidación de la evolución personal del mismo".
Pero después de dos años y medio encarcelado, y cuando se aproxima a la mitad del tiempo de privación de libertad impuesto por el Tribunal Supremo (cinco años y diez meses), un nuevo mazazo golpea en el estado de ánimo del yerno preferido de la reina doña Sofía.
Además de no poder disfrutar del tercer grado, que le ha sido denegado por la Audiencia de Palma, Iñaki Urdangarin, sufrirán como todos los afectados las nuevas medidas tomadas por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, que ha suspendido los permisos y las comunicaciones especiales, como los vis a vis y los encuentros familiares, en todas las cárceles, salvo en las de Canarias y Baleares, dada la elevada incidencia del coronavirus en casi todo el país.
La cárcel abulense de Brieva, como todos los centros dependientes de la Administración General del Estado tiene que cumplir la norma dictada para evitar la expansión de la COVID entre la población reclusa, considerada colectivo de alto riesgo, y los trabajadores penitenciarios.
Sin vis a vis
Por tanto, la infanta Cristina, de 55 años, y su marido, de 52, no podrán verse a solas y mucho menos tener intimidad una vez se han suprimido con efecto inmediato las comunicaciones especiales de los internos, es decir, las familiares, íntimas y de convivencia. También se restringen las comunicaciones ordinarias, por locutorio, al 50%, con dos comunicantes por interno como máximo.

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Urdangarín puede al menos mantener de momento sus salidas para trabajar en el voluntariado Don Orione, adonde acude hasta tres veces por semana. Este viernes 6 de noviembre le vimos acudir. Llegaba dando un paseo, y no a bordo del coche que normalmente le deja a las puertas del centro. Un inoportuno atasco a la entrada de Pozuelo de Alarcón (localidad madrileña donde está Don Orione) cuando llegaba procedente de la cárcel de Brieva, hizo recomendable que abandonara el vehículo en el que se desplaza para poder estar a tiempo en su voluntariado. Por eso completó la última parte del camino a pie.

La buena noticia
La buena noticia es que al menos el ex jugador culé podrá hablar más a menudo con su mujer y sus hijos para compensar las restricciones: Urdangarin, como todas las internas de su prisión, podrá disfrutar de un mayor número de llamadas telefónicas. Se ha potenciado además el sistema de videollamadas. Según Instituciones Penitenciarias, a partir del mes de diciembre comenzará a funcionar en pruebas un sistema de cabinas para poder realizar las videollamadas. Estas cabinas permitirán además enviar mensajes de voz y pagar a cobro revertido. Se espera que a lo largo de 2021 el sistema de videocabinas esté implantado en todos los centros dependientes de la Administración Central. Las medidas entran en vigor este lunes, se prolongarán tres semanas y afectan a todos los centros.

Su último permiso
Iñaki Urdangarin disfrutó de su último permiso a finales de octubre. Viajó junto a la Infanta Cristina hasta Barcelona y pasaron varios días en la Ciudad Condal. El preso vivió sus momentos de la ansiada libertad con su hija Irene, que tenía unos días de vacaciones en el colegio. Todos se alojaron en Cambrils, en casa de una amiga. Doña Cristina y su hija viajaron de Ginebra a Madrid, donde recogieron a Iñaki el viernes por la tarde después de que éste cumpliera con su labor como voluntario. Después se desplazaron hasta Barcelona en coche, donde se les unió su hijo Pablo, que vive con su tía Ana Urgangarin y juega al balonmano en el Club Handbol Esplugues. Tras la escapada, Iñaki tuvo que regresar a la cárcel de Brieva después de una semana de permiso penitenciario, y la Infanta Cristina y su hija volvieron hasta Ginebra, donde la joven tenía que volver a sus clases tras el parón vacacional.
En otras ocasiones, hemos visto a Iñaki Urdangarin disfrutar de sus seis días de permiso en Vitoria donde vive su madre, Claire Liebaert. Allí le vimos en julio paseando por la capital alavesa junto a su mujer y sus hijos, Juan Valentín e Irene.
