El hijo de Isabel Pantoja confesaba hace días que es drogadicto: "Consumía hachís y marihuana todos los días, y también cocaína", decía Kiko Rivera ante millones de espectadores después de explicar que aún luchaba por desengancharse de la adicción que atribuía a una depresión. Ahora se ha enganchado a destrozar a su madre a cambio de dinero en los medios de comunicación. ¿No es patético?
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A sus 36 años, el hijo de Paquirri ha profundizado en su bajada a los infiernos, una bajada que algunos pueden entender como un modo de sobrevivir, ya que sus comparecencias se cuentan por exclusivas pagadas en platós de televisión o portadas de revistas del corazón. Sin embargo, si nos atenemos a los hechos, estamos ante una autodestrucción del personaje, capaz de acribillar a su propia madre con frases bien pagadas como "te has vendido como la viuda de España toda tu puta vida", una de las perlas de la entrevista que ha concedido Paquirrín a Mila Ximénez en Lecturas, un medio que es como un mediático alargamiento de pene de Sálvame y de todo el universo que fabrica Telecinco para regocijo de los innumerables fans del frikismo patrio. Lo peor es que ahora llegará la reacción de la hermana del impresentable y todo lo que cuelga de esta saga que suda una fama inmensa y rentable, pero más rancia que el Meyba de Julián Muñoz.
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La picadora de carne humana patentada por Mediaset, con indiscutible éxito comercial, resulta aún más caníbal en una revista que en directo y por televisión, cuando las palabras quedan impresas y asistimos al patético pero muy morboso espectáculo de un ser vapuleando a la madre que le parió, y encima por dinero, puliendo su alma de mal hijo, como el que vende su ropa interior usada porque da morbo al vicioso de turno.
Este marqués de Paqurrín, feo, católico y sentimentaloide, que se parece a su padre y a sus hermanos guapos lo mismo que un huevo podrido a una nutritiva castaña, es como le definen sus hechos, que son tozudos: drogadicto, pésimo estudiante, infiel a su mujer y ahora, tan egoísta como para descalificar a La Pantoja. Es lo menos que se puede decir de quien vende a su madre en un semanario. "Te has vendido como la mejor madre del mundo y, mamá, perdóname, ¡pero no lo eres!. ¿Porque me trajeras todos los juguetes antes de que los tuvieran los otros niños? No mamá, necesitaba besos, abrazos, conversaciones Pero eso no sabe hacerlo", dice Kiko en Lecturas. ¿Con qué fe se presentará el próximo Lunes Santo en Triana ante la hermandad de San Gonzalo este católico procesionario para rendirle la devoción que le enseñó Isabel Pantoja? ¿Con la conciencia enfangada por haber maldecido a su propia madre en público y a cambio de un puñado de euros? "Se le ha olvidado ser madre", es otra de las joyas de este modelo de mal hijo echa en cara a la mujer que le dio la vida.
Que Isabel Pantoja puede no ser una madre perfecta, que es una persona complicada, con una enrevesada existencia, no es ningún secreto. Tampoco lo es que, como dice Kiko, ha ido de viuda desde aquel trágico 26 de septiembre de 1984, cuando Avispado mató al padre de su bebé de siete meses y España lloraba como si no hubiera un mañana. Pero qué distinto es que su hijo lo verbalice: "Te has vendido como la viuda de España toda tu puta vida". Una cosa es que la tonadillera delincuente tenga sus detractores y otra que su propio hijo le restriegue sus defectos y carencias en una entrevista con una de las enemigas más terribles que Pantoja tuvo en su día, Mila Ximénez, cuya publicación en Instagram sobre la demoledora entrevista no tiene desperdicio.
"El apellido Pantoja me ha perjudicado Me cierra muchas puertas, no me las abre".
Olvida Kiko en cierta medida que la fama de su padre, incluso después de muerto, y la de su madre, y su talla indiscutible como artista, y los avatares que han acompañado a la tonadillera, han tenido aristas buenas y malas. Perseguido siempre por los paparazzi, desde que iba en la tripa de su progenitora, Paquirrín entendió pronto que no le iba a hacer falta trabajar (no como la mayoría de los mortales) para llevar a casa un pedazo de pan, un plato de lentejas, un coche caro. O una gramo de droga...
A la edad de Kiko Rivera, que además es padre de tres criaturas, es algo tarde para lamentarse de lo mal que le han criado, aunque sea cierto, pero no es tarde para agradecer sus ventajas, los privilegios de que ha disfrutado. Feo como un dolor, y obeso en su día hasta que se operó, no le han faltado conquistas de mujeres de gran belleza, como la espectacular Jessica Bueno, Miss Sevilla, madre de su hijo mayor o su actual mujer, Irene Rosales, modelo.
Las fechorías de Kiko como hijo pueden tacharse de travesuras pero echarle en cara a su madre ahora por ejemplo su papel de abuela nos lleva a preguntarnos cómo será él si tiene nietos: "Como abuela no existe. Sólo ve a mis hijas cuando se las llevo yo, no viene nunca", asegura Kiko, y añade que que jamás ha ido a recoger s sus nietas al colegio, "porque sólo acude a por su otro nieto, Albertito", dice.
Tampoco es desdeñable esa frase en la que deja a su madre como una persona incapaz de mantener una relación: "Tus amigos están desapareciendo. Se está yendo todo el mundo No soy ninguno de los pelotillas que tienes al lado", señala. Tampoco desperdicia la ocasión de recordar el pasado penitenciario de su madre: "Lo que cuento viene de muy atrás. Incluso antes de que entrara en la cárcel. Ahí sí que pensábamos que cambiaría para bien, pero la cabra siempre tira al monte". Y aunque insiste Paquirrín en que sus problemas con su madre no tienen un móvil económico, la herencia de Paquirri sale en la entrevista de marras: "He pedido el testamento de mi padre y tengo miedo por lo que me pueda encontrar. En el fondo de mi corazón sé que algo pasa. Si esto es verdad, me caigo de espaldas. Se ha dicho que el cien por cien era mío". Se suma al carro de sus hermanos: "No tengo nada de mi padre", añade, para sentenciar: "Cuando cumplí 18 años fui con mi madre a firmar algo. Pero con esa edad, me dice 'firma esto' y voy de cabeza".
Porque Kiko amenaza con iniciar los trámites legales que haga falta y ya ha pedido al Registro General de Actos de Última Voluntad el testamento de Paquirri. Su intención sería vender Cantora, algo a lo que su madre se niega. "Está dispuesto a cumplir con todo lo que declaró ante notario su padre antes de morir. Si para ello es necesario judicializar el asunto e incluso tener que llevar a su madre a juicio, lo hará", dice Semana.
Asegura la publicación que Isabel Pantoja está desesperada, desolada y muy afectada. De momento, convive con su tristeza en la soledad de Cantora y cuidando de su madre, Doña Ana. Esperemos que en el futuro no sea Kiko Rivera el que tenga que cuidar de Isabel cuando sea viejecita.
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