La última semana de octubre, Tita Cervera regresó al museo Thyssen. Su presencia en la pinacoteca del madrileño Paseo del Prado, creada por su marido, tiene mensaje y significado.
Había reunión del Patronato, máximo órgano de gobierno de la Fundación, que está formado por 12 miembros, cuya presidencia ostenta la viuda del barón. Dos de los miembros son Francesca Thyssen, hija del aristócrata y Borja, el hijo que Carmen Cervera tuvo de su relación con Manuel Segura, adoptado años después por el magnate, mecenas y gran coleccionista de arte.
Borja fue nombrado por su madre miembro del Patronato para ocupar el lugar que dejó vacante la infanta Pilar de Borbón. El único hijo varón de Tita no asistió sin embargo a la reunión; al parecer, permanecía en su casa de Andorra. Francesca compareció por vídeo conferencia.
Hay que recordar que la infanta doña Pilar fue hasta su muerte miembro del Patronato del Museo Thyssen y su marido Luis Gómez-Acebo, fallecido en 1.991, íntimo amigo del barón Heinrich Thyssen.

El duque de Badajoz fue el hombre clave para que la colección del aristócrata se trajera a España, al principio de forma temporal y más tarde, tras llegar a un acuerdo con el gobierno español, para su compra definitiva. Tan estrecha era la amistad de Gómez-Acebo con los Thyssen, que el marido de doña Pilar, fue testigo en la boda del barón y Tita Cervera en Londres y padrino de bautismo de Borja, celebrado en Nueva York en 1980.

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Tita, el lunes 26 de octubre, en el Thyssen
El lunes 26 de octubre se inauguraba también la nueva exposición del Thyssen, dedicada al expresionismo alemán, una serie de cuadros muy queridos por el barón, que fue adquiriendo personalmente a lo largo de los años. La inauguración coincide con el centenario del nacimiento de Heinrich Thyssen-Bornemisza, nacido en Scheveningen, La Haya, Holanda, el 13 de abril de 1921, una efeméride para la que hay varios actos programados.

En un día tan señalado, la viuda del fundador, cuyo nombre completo era Hans Heinrich Àgost Gábor Tasso Freiherr von Thyssen-Bornemisza de Kászon et Impérfalva, no podía faltar, aunque su ausencia en inauguraciones anteriores había sido clamorosa. Tita estaba enfadada porque durante la etapa del anterior ministro de Cultura, José Guirao, las invitaciones para asistir a las exposiciones no estaban encabezadas por ella, se sentía excluida, ninguneada y ofendida, y prefería quedarse en Andorra.
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La colección, alquilada por 7 millones al año
En este momento, hay otra circunstancia excepcional. El próximo diciembre se cumple el último y definitivo plazo dado por Tita al Gobierno español para que su colección privada, expuesta en un edificio anexo al Thyssen, se quede finalmente en Madrid pero ya no de forma gratuita, como Tita había cedido en estos últimos 20 años, sino pagándole a la baronesa unos 7 millones de euros al año.
Hace pocas semanas, Carmen Cervera y sus abogados, los ex ministros de Aznar Ángel Aceves y José María Michavila, se reunieron por primera vez con el nuevo ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, para dar forma a esta especie de ultimátum que será el desenlace definitivo de esta larga historia. Si hay acuerdo, la colección Carmen Thyssen se quedará donde está, en Madrid. O bien se irá de España a otros museos que, según la baronesa, estarían encantados de acogerla.
A sus 77 años, vividos con intensidad, Tita ha aprendido muy bien cuándo una negociación va a ser dura. Y la madre de Borja sabía que ésta sería muy complicada. Tita se llevó una noche del mes de abril en plena pandemia, la joya de su colección, el Mata Mua de Paul Gauguin, para demostrar al Ejecutivo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que podía hacer con sus cuadros lo que quisiera y que la obra volvería a Madrid solo si había acuerdo. De momento aseguró que iba a exponerse en un museo de Europa del que no dieron más datos.
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Sin embargo, Informalia estuvo este lunes en la inauguración de la última exposición. Y allí nos enteramos de que el Gauguin está en el sótano de la casa de la baronesa en el principado de Andorra y no en una pinacoteca europea. Tita Cervera se ha hecho construir un búnker en su casa para guardar este tesoro del impresionismo. Christie's valoró en 2012 el Mata Mua (Érase una vez) en 150 millones de euros, aunque hoy el óleo que el genial pintor parisino pintó en 1892 está tasado oficialmente en unos 40 millones.

En todo caso, el insólito destino de la obra ha causado malestar entre los miembros del Patronato y algunos responsables del Thyssen de Madrid. "El Mata Mua estaría mejor colgado donde estaba, disfrutándolo la gente mientras se sigue negociando. Aquí estaría mejor cuidado, pero Tita está jugando con el cuadro, un rehén secuestrado como moneda de cambio", dice una fuente del propio museo madrileño.
Las dificultades para custodiar semejante obra de arte no están en este caso en las dimensiones (tiene 91 centímetros de alto y 69 de ancho) sino en las condiciones de conservación que exige y por supuesto en la seguridad. Por eso, sabemos que Tita ha dispuesto un verdadero búnker en su residencia del Principado.
