Hace un año se hacía pública la separación de María Porto y Francisco Álvarez Cascos, vicepresidente del gobierno de José María Aznar. Fue la suya una ruptura amistosa, que reconocían tanto la galerista como el político asturiano, y que achacaban a sus diferentes tipos de vida. Ella, con despacho en Madrid y buscando por todo el mundo obras de arte contemporáneo como asesora de sus clientes. Cascos, entregado a la tormentosa vida política de su partido en el Principado.


La tercera esposa del que fuera ministro de la Presidencia con Aznar entre 1996 y 2000, llegó a su vida después del fin de su anterior matrimonio con Gema Ruiz, la madre de sus dos hijos menores, Íñigo y Alfonso, ahora ya unos jóvenes universitarios. María, 22 años más joven que su ex, también había estado casada anteriormente con Virgilio Cano, ex consejero de la Comunidad de Madrid, cuando Leguina era el presidente.

María y Francisco, que cumplió 73 años este 1 de octubre, contrajeron matrimonio en 2006 y, aunque la prensa les separó en varias ocasiones, ellos aseguraban que seguían juntos y en buena armonía, a pesar de los 500 kilómetros que les separaban, con excepción de los fines de semana que pasaban juntos. Cascos, que fue presidente del Principado de Asturias, abandonó el Partido Popular para crear FORO, un nueva formación política, con la que ha terminado enfrentado en los tribunales.
María, por su parte, a sus 51 espléndidos años, ha encontrado de nuevo el amor en Madrid, junto a un empresario de la construcción, experto en consultoría, al que conoció por motivos de trabajo hace tiempo, aunque no ha sido hasta este verano cuando la relación laboral y amistosa se convirtió en un romance ilusionante y serio.

Cascos, fuera ya del mundo político y dedicado a la empresa privada en Asturias, ha tenido que declarar en los tribunales por la denuncia que Carmen Moriyón, doctora en Medicina, ex alcaldesa de Gijón y actual presidenta de Foro Asturias, hizo contra el fundador del partido, al que acusa de utilizar fondos de la formación en beneficio propio.

Según comentan por los pasillos del parlamento asturiano, el empeño persecutorio de Moriyón contra el que fue su jefe político, podría tener que ver con antiguos rumores de un tonteo entre ambos. Pero esa ya es otra historia.
