Se han cumplido 23 años de la muerte de Lady Di y el fantasma de la princesa británica parece sobrevolar aún a la Familia Real española. Al menos eso asegura Pilar Eyre, quien desvela el temor de Corinna Larsen, la que fuera amiga entrañable del rey Juan Carlos, a acabar como la mujer del príncipe Carlos, fallecida en un supuesto accidente de coche el 31 de agosto de 1997 en París.
Según cuenta la periodista en su columna semanal, Corinna confesó que alguien dejó en su casa un libro sobre la muerte de Lady Di y que una voz anónima le dijo por teléfono: "Hay muchos túneles entre Mónaco y Niza", aludiendo al accidente que le costó la vida a Diana en el túnel bajo el Puente del Alma, en París.
Estas veladas amenazas aterrorizaron a Corinna, que dejó su miedo patente en un grito desesperado: "¡No quiero acabar como Lady Di, temo morir como ella!". Estas palabras desesperadas van en consonancia con las "amenazas" que la exprincesa alemana denunció sufrir hace unos meses. Corinna aseguró haber sido víctima de una "campaña franquista" en la que implicaba directamente a "ciertas personas dentro de los servicios secretos españoles y la casa real".
Con esta llamada de socorro, Corinna parece dar veracidad a las teorías que apuntan a que la muerte de la princesa de Diana no fue un accidente, sino un asesinato. La última de estas conjeturas fue lanzada por el grupo de hackers Anonymous, desde el que aseguraban que Diana de Gales fue asesinada y el motivo sería que tendría información que relacionaba a la casa real británica con una red de tráfico sexual de menores. La madre de los príncipes Guillermo y Harry estaría dispuesta a denunciar el escándalo, una vez que ya estaba separada del príncipe Carlos.
El grupo de piratas informáticos aportó como prueba un escrito con la declaración de John Hopkins, un agente que reconoce haber asesinado a 23 personas que representaban una seria amenaza a la seguridad nacional de Inglaterra desde 1973 hasta 1999. Entre esas personas se encontraría la princesa Diana, tal y como él mismo confesaba: "Ella era el único objetivo en el que la orden venía directamente de la familia real". En su declaración, además, cuenta quién dio la orden: "Mi jefe dijo que tenía que morir. Había recibido órdenes directamente del príncipe Felipe de Edimburgo (marido de Isabel II) y tenía que parecer un accidente (...) Obedecí órdenes. Lo hice por la Reina y el país".