Desde que en este portal publicamos antes que nadie la fotografía de Enrique Ponce con su novia de 21 años y la pandi de Ana Soria, no han sido pocos los medios que han recogido la imagen publicada por una de las amigas de la estudiante. Pero, más allá del significado que encierra la visión de un torero de 48 años, casado y con dos hijas, con un grupo de Milenials, o incluso de habitantes de la generación Z, hemos averiguado que el diestro, millonario y generoso, paga prácticamente todo cuando los chavales y su novia le dejan.
Nadie que sepa lo que es el amor debe criticar a una persona porque se le acabe el amor y empiece a querer a otra porque, como cantaba Peret, el amor lo pintó un ciego con los ojos vendados.
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Sin embargo, la exhibición constante, permanente y hasta empalagosa del torero Enrique Ponce con su chica 27 años menor ha hecho que al valenciano le estén diciendo de todo. Aunque entre los detractores no está Paloma Cuevas, su mujer, que repite como un mantra que "Enrique es una buena persona", "Enrique es un buen padre" y este tipo de cosas mientras su marido hace el coco guagua en un cocodrilo hinchable con la futura abogada, esa belleza rubia que sonríe como un estrella de cine.


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Tampoco es verdad que Ponce, de 48 años, llevara 24 meses de relación con la que hoy es su novia oficial, Ana Soria, de 21. El diestro tonteaba, pero no entró a matar hasta la segunda quincena de enero de este año, cuando viajó a México y Estados Unidos con la joven. Ni qué decir tiene que los gastos en Las Vegas, el país Azteca y Aspen corrieron a cargo del de Chiva, si bien una buena parte de los lujos, como algún avión privado que corrió a cargo de amigos poderosos del torero, los pagó Ponce.

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Si la relación entre Enrique Ponce y Paloma Cuevas hacía años que no iba bien, Paloma no supo con certeza hasta entrado junio que el padre de sus hijas había iniciado una relación paralela con Ana, que salió a la luz a comienzos de julio.


Estos días están en Almería y se han dejado ver con los amigos de ella. Todos muy jóvenes, y nos cuentan que Ponce paga las motos de agua, las copas y lo que haga falta, siempre que le dejan. O sea, que es el Pagafantas de la pandi de Ana. Eso le honra.
No es que le quieran para que pague las copas, pero por lo que nos cuentan desde el entorno almeriense, de Mojácar y de San José, Enrique saca la cartera y mete el estoque: "Esto me lo cobras a mí", nos cuentan que dice. No es el caso del padre de Ana, el abogado mercantilista, que paga barco, gasolina, amarre, avituallamiento y hasta la cena el restaurante Cuatro Nudos, donde no dejó pagar a su yerno. Y no es barato.
Tampoco es de extrañar que gente con poderío económico y de mayor edad tire de generosidad cuando sus compañeros de juerga son milenials: ¿Quién paga en las relaciones de Risto Mejide (45) y Laura Escanes (24), Kiko Matamoros (62) y Marta López (21) o Ben Affleck (47) y Ana de Armas (31)?