Susana García-Cereceda, propietaria de la exclusiva urbanización madrileña de La Finca, ha admitido ante el juez que contrató los servicios ilícitos del ex comisario Villarejo para espiar a su hermana, Yolanda García-Cereceda, entre otras personas que para ella suponían una amenaza en el camino de la herencia de su padre, el magnate fallecido hace una década Luis García Cereceda. Con su declaración, Susana rebaja su petición de aproximadamente 17 años de prisión a menos de dos.
Gracias a estas declaraciones, de las que ha informado en exclusiva Vanity Fair, García Cereceda evita en un principio entrar en prisión y se convierte en la primera clienta de Villarejo que admite haber contratado sus servicios ilegales. Susana también investigaba por medio del policía al ex marido de su hermana, Jaime Ostos Jr.; a la viuda de su padre, Silvia Gómez Cuétara, una de las herederas del imperio de las galletas; y al arquitecto más popular entre los famosos, Joaquín Torres.
Por sus servicios, García Cereceda le pagó a Villarejo la friolera de 340.000 euros. Todo por hacerse en exclusiva con la herencia de su padre, cuyo patrimonio ascendía a 1.000 millones de euros. Para vigilarlos, le pidió a Villarejo usar sus poder públicos para que pinchara los teléfonos de las personas mencionadas, para que las siguiera e incluso para que averiguara sus datos más íntimos, muchos de ellos de carácter sexual.

"Seguid a la señora, seguid a Torres a ver si encontramos algo" u "Hombre, si (ella) tiene un novio, está bien saberlo ", se puede escuchar en algunos de los audios a los que tuvo acceso la Fiscalía. Este último hacía referencia a la última mujer de su padre, que iniciaba entonces una relación sentimental con el empresario Juan Antonio Pérez Simón, su actual pareja.
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Al mismo tiempo que ella, según el mismo diario, también han admitido los cargos su socio y mano derecha, Francisco Peñalver, uno de los históricos de Procisa y consejero de La Finca; y el jefe de seguridad de La Finca, David Fernández. Todos estaban acusados de revelación de secretos, cohecho y falsedad documental, enfrentándose a la misma petición de cárcel que Susana García Cereceda, que ahora se ha visto rebajada gracias a su confesión.