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El verano infernal de Paloma Cuevas frente a los viajes de Enrique Ponce y Ana Soria: Las Vegas, México y Mojácar

El verano infernal de Paloma Cuevas frente a los juegos salvajes de Enrique Ponce y la estudiante Ana Soria, retratados en Diez Minutos, tienen revolucionado el panorama rosa por encima de cualquier otra historia, incluyendo el futuro del Rey Emérito fuera de Zarzuela y los tejemanejes de la familia de Rocío Jurado. Ahora sabemos que, seis meses antes de bañarse en el Mediterráno sobre un cocodrilo hinchable, la estudiante y el torero estuvieron juntos en Las Vegas, en México y esquiando en Aspen, adonde viajaron a todo trapo y en avión privado.

Mientras Paloma Cuevas sigue confinada en su finca de Jaén, con sus hijas y sus padres, y repitiendo a todo el que la llama por teléfono lo buena persona y lo buen padre que es el torero con el que lleva casada casi un cuarto de siglo, Enrique Ponce se escapa los fines de semana con su estudiante de 21 años a Almería porque no puede vivir sin Ana Soria, sin su sonrisa de destrucción masiva y sin abrazarla. Se llama amor, probablemente, y no se puede luchar contra eso. Además, el diestro y la joven están en sus primeros meses de pasión, porque, se diga lo que se diga, ellos intimaron el pasado mes de enero, después de las navidades, cuando viajaron juntos y a todo trapo México y Estados Unidos.

Leaving Las Vegas

En el país de Donald Trump, estuvieron en Las Vegas, en uno de los mejores hoteles de la ciudad de los casinos, viajaron en helicópero por el Cañón del Colorado y estuvieron en Aspen, esquiando juntos. Hay fotos de todo. Además, se desplazaron de México a Estados Unidos en avión privado, proporcionado por amigos del torero muy ricos, empresarios de las familias más importantes de México, incluso descendientes de algún presidente del país azteca.

Allí, a finales de enero, Ponce estuvo preguntando a sus anfitriones y compañeros de viaje por asesores que le aconsejaran el mejor modo de dar el paso y separarse del de Paloma Cuevas sin poner en peligro ni su patrimonio ni la continuidad de su papel como padre de sus dos hijas, de ocho y doce años. 

Los planes de Ponce

A pesar de que ellos, la pareja perfecta, se habían dado un tiempo para reflexionar sobre la continuidad de su matrimonio, Paloma Cuevas (47) no tenía antes del confinamiento conocimiento de la existencia de una tercera persona, y mucho menos de que se trataba de una joven y atractiva rubia, una diosa de la belleza, estudiante y de 21 años, la edad, por ejemplo, de Lucía Rivera, y solo un año más que Victoria Federica o Tana Rivera, para situarnos.

Paloma Cuevas supo en junio con certeza de la existencia de Ana, y de la gira americana de la joven junto a su marido, supuso que la situación no tenía vuelta atrás entonces, pero no perdió del todo la esperanza hasta que saltó la bomba, primero en Semana, con la noticia de la separación, y después con la irrupción de la figura alta y delgada de la almeriense y sus exhibiciones públicas.

Enrique Ponce quiere separarse, repartir sus cuantiosos bienes con la mayor justicia, atar la custodia de sus dos hijas para poder verlas cuando lo desee, no una vez cada 15 días y la mitad de las vacaciones, tranquilizar a su suegro, al que adora, y a su suegra, la madre de Paloma, la más enfadada de toda la familia.

También quiere Ponce fijar su nuevo lugar de residencia, ya que el piso de Madrid, en el Paseo Moret, será el domicilio capitalino de Paloma Cuevas y las niñas; y el chalé de La Finca está sin terminar, y además fue regalo (el terreno) de Victoriano Valencia el padre de la víctima de este triángulo.

Sin Erasmus en Polonia

Decidir el tipo de relación con Ana Soria, por la que "está colado hasta el tuétano", según nos dicen desde el entorno de la joven, no es fácil, dado que los padres de la almeriense quieren que acabe la carrera y Ponce les ha prometido que lo va a respetar. Ana ha rechazado, eso sí, la beca Erasmus que había solicitado para cursar el próximo año en una ciudad Polaca, como adelantamos desde Informalia, aunque nos cuentan que no ha sido Ponce el responsable de este requiebro sino el CIVID-19, ya que las incertidumbres que genera la pandemia sugieren no viajar mucho.

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Los ejes de coordenadas del domicilio donde Ponce y su novia quieren vivir su amor son: la ciudad donde estudian las niñas del torero y la ciudad en la que hace Derecho Ana Soria, que hasta marzo fue Granada durante el año de estudios.

Corrida nocturna

Enrique Ponce está estos días yendo y viniendo de Almería a su finca de Jaén, y así va a seguir hasta que el día 1 reaparezca en los ruedos, en Osuna, cerca de Sevilla, en una corrida nocturna.

Entrenamientos aparte, Ponce ha pasado muchos días en distintas casas de amigos del entorno familiar de Ana, como un apartamento en la urbanización Marina de la Torre, en Mojácar, o el chalé de los padres de ella en San José, donde cenó el viernes pasado en el restaurante 4 Nudos, en el puerto deportivo de la ciudad del Cabo de Gata, un establecimiento que conocen desde Javier Bardem hasta Karlos Arguiñano.

La familia de Ana está empezando a darse cuenta del monumental lío mediático en el que están metidos. Aun así, siguen yendo a la playa y haciendo sus vidas. Ponce se despidió de Ana el sábado y la joven ha vuelto a su casa de Almería capital con los suyos. A medida que se acerca la fecha de su reaparición, Ponce debe intensificar su entrenamiento y solo quedan dos semanas, pero volverá a Almería. Y pocos dudan después de ver la portada de este miércoles de Diez Minutos de que Ana estará en la plaza el día que Ponce le demuestre lo macho que es con un toro delante. Y pocos pueden decir eso.

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