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Paloma Cuevas: sus cien elegantes palabras y una ilusión que lleva a Polonia

Para ser elegante no es necesario vestirse de Valentino o de Oscar de la Renta, ni siquiera caminar con soltura es preciso para mostrar la clase. Paloma Cuevas no ha tenido que enfundarse ningún modelo de alta costura para comparecer de forma exquisita ante el mundo después de la última faena de Enrique Ponce, su marido y padre de sus dos hijas.

Las cien palabras de Paloma, concedidas a su querida revista Hola, son muestra clara de que estamos ante una señora de los pies a la cabeza. Con o sin pamela. Pero no lo cuenta todo, claro. Sus hijas, Dios y una esperanza polaca son lo que le queda ahora.

Aquella mujer de 31 años que lució el icónico modelo de Eduardo Ladrón de Guevara en la boda de Felipe y Letizia, pasando por la izquierda a toda la sangre azul a este lado del Danubio, es hoy la mujer con la que todo cronista de la cosa rosa quería hablar. Y Paloma habló; cambió la elegancia del silencio, que es la fácil pero también la cobarde, por la elegancia valiente de dar la cara sin perder la compostura. Y no en un mal momento de su matrimonio sino en el peor. No decimos el peor de su vida porque ha enterrado a seres muy queridos y porque llora y llorará a borbotones en cada una de las cornadas que sufre su marido, el torero Enrique Ponce. Pero ahora la cornada se la ha llevado ella. Y sangra.

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Paloma Cuevas ha toreado su salida al ruedo después de la bomba de Semana con cien palabras que hay que analizar para entenderla, para saber qué corre por su mente o por su corazón herido, hacia dónde va y qué quiere hacer con su vida. En cien palabras contadas, la señora de Ponce admite que "son momentos dolorosos" los que atraviesa. "Los que nunca me hubiera gustado protagonizar. Momentos difíciles en los que encuentro la fuerza en el amor de mis hijas y el cariño de mi familia", dijo para explicar en primer lugar que vive por los suyos, especialmente por las niñas. Pero hay más clavos ardiendo. "Me refugio en una profunda fe y en la prioridad absoluta de intentar, por todos los medios, que esta situación tan desbordante no afecte a mis niñas. Quiero que la felicidad de mis hijas continúe como hasta ahora", dijo en la misma revista que había publicado horas antes que lo de Paloma y Enrique es un cese temporal de la convivencia, o algo así, como aquel de la infanta Elena y Jaime de Marichalar pero esta vez con rubia conocida, almeriense, rozando la veintena y aficionada a montar, porque además de los toros es una entusiasta de la equitación. De hecho, su caballo se llama Torero. ¡Qué obsesión!

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Frente a la jovencita que admira a Ponce (y viceversa) Paloma Cuevas permanece, no inalterable, porque es imposible, pero sí elegante, con esa elegancia que le sale por los poros, y que le saldría aunque fuera desnuda o harapienta, es la elegancia de persona educada en el bien, con principios y con valores. "Jamás voy a hablar mal de su padre. Nunca voy a decir nada negativo de él. Hemos tenido un matrimonio precioso durante 24 años, y un amor muy real, muy verdadero".

El calvario que le espera ahora a Paloma Cuevas después de la cornada es el camino que tendrá que recorrer rodeada de fotógrafos, de cámaras con micrófonos si se le ocurre salir de su finca o ir a un evento. Y si no sale, estará en Sálvame por las tardes una temporada, aunque no quiera, y en Espejo Público por la mañana y aquí mismo.

Además está el calvario de saber que la amiga de su marido, que también está en los papeles, las televisiones, las radios y los digitales, está estudiando Derecho o todo lo que se vaya sabiendo. Dicen que es muy difícil que la situación de este matrimonio se recomponga pero desde el entorno de Paloma Cuevas sostienen que aún no hay ni un papel para el divorcio. La esperanza de Paloma, si existe, aparte de esa fe que comparte con el padre de sus hijas, pasa por Polonia, donde Ana Soria tiene pedida una beca Erasmus para irse a pasar un curso. Que sepamos, ni en Varsovia ni en ninguna ciudad de la patria de Chopin hay plazas de toros ni toreros, salvo que vayan allí de turistas.

Quién sabe si, en la distancia, y suponiendo que la almeriense Ana Soria no anule sus planes, al torero de Chiva se le pasa el amor por Almería, donde ahora va mucho por lo visto y, como buenos católicos, los Ponce se perdonan todo y se cosen las heridas.

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Pero eso es difícil. Y es verdad que, aunque la belleza de Paloma es evidente, la otra es muy guapa.

Un matrimonio de 24 años no se rompe de la noche a la mañana, pero parece que esta chica de 22 años es una ilusión muy fuerte para el diestro valenciano, de 48. Y el amor no tiene edad. Ni freno.

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Comentarios 2

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Un matrimonio no se va al garete de hoy para mañana, está señora lo tenía que saber desde hace bastante tiempo o al menos intuirlo, será muy elegante, pero las "buenas" palabras e intenciones, sobran...... O es que no le corre sangre por las venas?

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Cuando se lee algún artículo de esta señora, se entiende sin la menor duda, la amistad que debe tener con la Belén Esteban...... Son muy "parecidas" en físico, carácter, educación y categoría..... Jajajajajaja

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#2