Los hijos de Carlos Falcó y la viuda de su padre, Esther Doña, negociaban a cara de perro la salida de la cuarta esposa del marqués de Griñón del palacio de El Rincón donde el matrimonio había fijado su residencia, según han confirmado desde el entorno de los asesores legales que les asisten. No se ha hecho público ningún acuerdo pero ahora la marquesa viuda de Griñón se ha ido del que fuera su hogar junto a Carlos Falcó por iniciativa propia, sin llegar acuerdo ninguno con los hijos del aristócrata después de semanas de duras negociaciones.
Esther Doña ya ha abandonado el palacio de El Rincón, en el que compartió vida conyugal y en el que permanecía desde el fallecimiento de Carlos Falcó el pasado 20 marzo. Este había sido el hogar que compartieron durante los tres años que duró su matrimonio y allí se quedó, en la más absoluta soledad, cuando uno de los hijos de su marido le llevó para que fuera ingresado en el hospital. Después, Esther ha pasado allí, enferma y contagiada ella también, el período de aislamiento, hasta que se repuso del coronavirus, que también a ella le tocó de lleno.
Allí seguía hasta hace unos días, tal y como le corresponde por derecho, en régimen de usufructo, hasta que decidió traspasar el umbral e intentar rehacer su vida. Esther finalmente e ha ido por voluntad propia y la revista Hola afirma que se ha marchado sin alcanzar ningún acuerdo con los hijos de Carlos Falcó. Se ha llevado sus pertenencias y lo que más quiere en estos momentos, su perrita Chloé, la bichón maltés que Carlos le regaló hace dos años por Navidad. La malagueña, que sigue luciendo su alianza de boda, se ha trasladado de nuevo al piso que tenía en la localidad madrileña de Majadahonda, donde se la ha podido ver haciendo la compra y paseando a su mascota.
Por el momento se desconoce cómo ha sido el reparto de los bienes de Carlos Falcó entre sus hijos pero, tal y como adelantó Informalia, la familia ha decidido desprenderse del palacio de El Rincón, en Aldea del Fresno, y lo ha puesto a la venta.
Ya adelantó su esposa pocos días después del fallecimiento del aristócrata el pasado 20 de marzo, víctima del coronavirus, que dejaría la mansión de Aldea del Fresno para instalarse en uno de los dos pisos e adquiridos durante su anterior matrimonio. Pero la malagueña había permanecido en lo que fue el domicilio conyugal hasta ahora, en virtud del derecho que le otorga la ley, en régimen de usufructo.

Tal y como adelantamos desde Informalia, Doña no figuraba en el testamento del marqués, ya que habían hecho separación de bienes antes de su boda en 2017. En consecuencia y dadas las deudas que deja su difunto marido, no le queda otro bien material que el dinero que negocie con los representantes de sus cinco hijos, Manuel Falcó, Xandra, Tamara, Duarte y Aldara cambio de abandonar el castillo.
Palacio en venta
Todos ellos están dispuestos a compensarla por irse de El Rincón, inmueble que probablemente será puesto a la venta después. El palacio está muy deteriorado y necesita reformas importantes. Hay gente próxima a la familia que les aconseja invertir en una remodelación a fondo, aunque conservando el estilo elegante e histórico del recinto, para convertirlo en hotel o en un lugar para eventos sociales, como lo fue hace años, cuando Falcó encargó a su hija Tamara, hoy marquesa de Griñón, que se encargara de alquilarlo para bodas, presentaciones de moda o rodajes de películas.
Un plan que funcionó. Allí se rodaron muchas escenas de la serie Águila Roja, y varias secuencia de Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar. Muchos años antes, Luis García Berlanga también había elegido El Rincón para algunas escenas de su genial trilogía de La Escopeta Nacional, retrato de una decadente y esperpéntica familia aristocrática en el tardofranquismo. y los primeros años tras la muerte del dictador.
Relación inexistente
En las únicas declaraciones a la prensa que ha hecho la marquesa viuda, después de perder a su marido, deslizaba en la revista Hola una frase significativa: "Los hijos de Carlos han sido muy amables, espero que su actitud continúe siendo la misma", vino a decir más o menos, en un claro mensaje de que esperaba una buena oferta por dejar libre el palacio, único bien importante que deja Falcó a sus herederos, aunque hipotecado por los préstamos que le hizo a su padre el hijo mayor, Manolo Falcó Girod.
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Tanto Manolo, actual jefe de familia, como el resto de sus hermanos, se han portado hasta ahora con elegancia y generosidad, ya que son ellos los que corren con los cuantiosos gastos de mantenimiento del palacio, cantidades importantes que la economía de Esther no podría sufragar. Por lo demás, el trato directo de ellos con la viuda de su padre, es inexistente.

Duarte, el menor de los hijos varones, que vivió una temporada con Falcó y su joven esposa en El Rincón, fue al principio el único que aceptó el nuevo matrimonio de su padre, pero acabó enfrentado con Esther. Al dejar la casa, la llamó "trepa" y "aprovechada", entre otros calificativos. Después se fue a Madrid y nunca más volvió a pisar la mansión.
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Más ruidoso fue el rifirrafe entre su hermana menor Aldara y Esther Doña, cuando la joven regresó a España después de acabar el curso en la Universidad de Viena, donde estudia. Aldara se encontró su habitación ocupada por la madre de Esther y sus cosas personales perdidas o arrinconadas. La discusión entre ellas fue sonada. Cuentan que Esther Doña perdió los nervios y le gritó a la joven con tal intensidad que Aldara se encerró en un baño con su padre, hasta que amainara la tormenta. Pero desde dentro grabó los gritos de su madrastra. Un episodio que escucharon en su día, sus hermanos y gente cercana a la familia.
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Esther Doña, marquesa viuda de Griñon, ha concedido una exclusiva pero hasta ahora no había dejado de estar confinada en el palacio de El Ricón, la mansión que fue su domicilio conyugal mientras estuvo casada con Carlos Falcó. El matrimonio pasó los últimos meses de su vida juntos, alternando El Rincón con un piso del Barrio de Las Letras en Madrid, cedido por Javier Chico de Guzmán, duque de Ahumada, íntimo amigo de Carlos Falcó.
La viuda del aristócrata no pudo visitarle en la clínica de La Concepción donde el marqués falleció víctima del Covid-19. Tampoco pudo estar junto a los cinco hijos de su marido cuando recogieron sus restos mortales para ser incinerados, ni con el resto de la familia cuando la familia ofició un funeral íntimo en la finca Casa de Vacas, donde se encuentran los viñedos que llevan el nombre del marquesado de Griñón. Esther estaba también contagiada y debía guardar la cuarentena obligatoria.
Han tenido que pasar tres meses para que la guapa malagueña haya decidido moverse de aquel hermoso, aunque deteriorado palacio donde, en el verano de 2017, celebró en total intimidad su matrimonio, para después hacer una gran fiesta en otoño, publicada en exclusiva para la revista Hola. La marquesa viuda parecía haberse tomado al pie de la letra el himno de la pandemia, la canción Resistiré, el tema del Dúo Dinámico, convertido en bandera durante el confinamiento. Pero tras las negociaciones, duras, con los Falcó, ha cambiado el Resistiré por un Surrender (se ha rendido).
