El papa Francisco se ha pronunciado este viernes sobre el coronavirus, alegando que las medidas que las autoridades sanitarias recomiendan no son del todo fiables para frenar su expansión. Al mismo tiempo, ha animado a sus obispos y sacerdotes a calmar los ánimos de sus fieles.
El máximo representante de la Iglesia católica, que la semana pasada dio negativo en las pruebas, ha enviado un comunicado en el que señala que "las medidas draconianas" contra el COVID-19 "no siempre son buenas".
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También confía en el poder de la fe para hacer frente a este problema, que ya ha sido declarado como una pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y anima a sacerdotes y obispos a recurrir al "sentido común" para tomar "medidas que no dejen solos" a los fieles", que deben sentirse "acompañados" en todo momento por el consuelo "de los sacramentos y la oración".

Por si la fe no es suficiente, la diócesis de Roma anunció este en la noche de este jueves que todas las iglesias pertenecientes a su jurisdicción quedaran cerradas hasta el próximo 3 de abril. Han seguido las "restricciones impuestas a la circulación de personas por el decreto" adoptado por el gobierno de Italia, país con mayor foco de contagio en Europa. Además, desde el domingo la Conferencia Episcopal Italiana también suspendió todas las celebraciones civiles y religiosas en el país.
El papa Francisco continuará trabajando y celebrará las audiciones generales y el rezo del Ángelus de los domingos vía online para evitar la propagación del virus y el contagio.
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