Juan Carlos I donó en 2012 a su amante en aquella época, Corinna Sayn Wittgenstein, y a su hijo Alexander 65 millones de euros de un regalo que Su Majestad había recibido cuatro años antes del rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdulaziz. La donación fue transferida a través del Ministerio de Finanzas del Estado árabe.
Robin Rathmell, abogado de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, explica a Informalia que lo que su cliente dijo exactamente fue: "En 2012 nuestra cliente recibió un regalo, que ella no había pedido, del Rey Emérito", matiza el letrado de la ex princesa. El abogado puntualiza que don Juan Carlos describió tamaño obsequio como "una forma de donación para ella y su hijo, con los cuales él se había encariñado". La defensa de Corinna asimismo pondera que eso fue después de "varios años de mala salud (de don Juan Carlos) durante los cuales nuestra cliente lo cuidó".
El abogado insiste en dejar claro que "la donación se registró claramente como un regalo, y las empresas de servicios profesionales y los bancos realizaron el cumplimiento y la diligencia debida necesarios sobre los fondos". Recordemos que hablamos de 65 millones de euros. Robin Rathmell también aclara que en el acuerdo de las comisiones del AVE a la Meca su cliente no participó: "No tiene conexión con estos fondos", y argumenta que basta con comprobar la cronología del origen de los fondos para dejar claro que Corinna no estuco en eso.
Según las investigaciones que se siguen en la Fiscalía de Ginebra, y que publica OK Diario, los fondos procedían de la cuenta Lucum, de donde Su Majestad también transfirió una importante cantidad de dinero a otra de sus parejas sentimentales.
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Lucum era otra de las estructuras financieras en la que figuran varios beneficiarios, similar a la Fundación Zagatka (la de Álvaro de Orleans), que manejaban los testaferros del entonces Rey para ocultar su dinero. Los fondos percibidos no guardaban ninguna relación con las comisiones del AVE a La Meca.
La donación monetaria de Don Juan Carlos a su compañera sentimental Corinna se efectuó después del accidente de Botswana, en abril de 2012. Aquel escándalo, que desembocó en la abdicación del ex monarca, también se llevó por delante la relación íntima de la princesa alemana con Don Juan Carlos, que ya atravesaba por una crisis.
De acuerdo con la información firmada en el citado digital por Manuel Cerdán, en una declaración notarial, la princesa alemana reconocía ante un Juzgado de Instrucción de Madrid: "Seguíamos siendo amigos y el Rey Emérito se había convertido en alguien importante en la vida de mi hijo. El viaje (la cacería de Botswana) se nos presentó como un regalo para mi hijo, que no había estado en un safari antes. Viajé con él para supervisarle y a petición expresa del Rey Emérito. Mi ex marido, Phillip Adkins, quien se había hecho muy amigo del Rey Juan Carlos, también viajó con nosotros".
Corinna destacaba en su declaración notarial las excelentes relaciones que Don Juan Carlos establecía con su hijo Alexander, a quien trataba como un hijo. Incluso, una vez consumada su separación con la princesa alemana, el Rey Emérito siguió manteniendo una estrecha relación con el joven. Juan Carlos todas las Navidades le regalaba un reloj de alta gama. Ese vínculo filio paterno entre Alexander y Juan Carlos justificaba los 65 millones de euros de donación.
A partir del incidente en tierras africanas, en el que el entonces Rey se rompió la cadera, Corinna se convirtió en persona "non grata" para la Zarzuela y en una "amenaza para la Familia Real", como ella reconoció en el escrito notarial que está en poder de la Justicia española.
Casualmente, coincidiendo con el accidente de Botswana y la donación millonaria de los petrodólares árabes, Corinna pudo detectar que «la estaban siguiendo agentes del CNI», como ella denunció públicamente. El acoso comenzó en los últimos días de abril de 2012 durante un viaje que realizó a Brasil.
Un mes después, los servicios secretos españoles, dirigidos por el general Félix Sanz Roldán, desplegaron un operativo en Mónaco para robarle a Corinna los documentos que demostraban sus relaciones económicas con Su Majestad.
La donación real llegó a las cuentas de Corinna poco después de que fuera acosada en Mónaco por unos mercenarios internacionales y espías del CNI. Las presiones continuaron con la visita del general Sanz Roldán a Londres donde se permitió el lujo de amenazarla, según denunció la propia princesa alemana.
Las pesquisas sobre la procedencia de esos fondos forman parte de las diligencias que instruye en Ginebra el fiscal Yves Bertossa. La Fiscalía del Cantón suizo investiga desde agosto de 2018 a los testaferros de Juan Carlos: su primo Álvaro de Orleans y los fiduciarios suizos Arturo Fasana y Dante Canonica. Todos ellos utilizaron la Fundación Zagatka como tapadera para ocultar el patrimonio de Juan Carlos I en el extranjero.