Ángeles González-Sinde, la que fuera ministra de Cultura de José Rodríguez Zapatero, atraviesa un momento muy complicado. A punto de cumplir los 55 años, trata de superar la muerte, hace algo más de un año, de su novio, el editor Claudio López Lamadrid: "Necesito tiempo, porque es muy reciente y está todo muy revuelto en mi cabeza".
Lamadrid murió en las oficinas de Penguin Random House en Barcelona, donde trabajaba como director editorial. A los 59 años, sufrió un infarto cerebral. El editor catalán y la exministra de Cultura se conocieron en 2013, cuando el libro de Sinde (El primer hijo) quedó finalista en el premio Planeta. "Perder a tu pareja es quedarte sin paisaje, sin planes de futuro, en el aire", ha dicho a la periodista Rosa Villacastín en Diez Minutos.

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La de Lamadrid no es la única pérdida dolorosa y repentina que ha sufrido Sinde a lo largo de su vida. Cuando solo tenía 27 años, la escritora perdió a su padre de un infarto fulminante. Diez años después, se enfrentó a la muerte de su hermano David en un accidente de tráfico: "No hay recetas ni fórmulas para superar el dolor, cada vez es distinto. Son las tres personas que más me han marcado en mi vida. Que se hayan ido tan jóvenes es un dolor añadido".
Claudio, siempre en su memoria
Sinde utiliza las redes sociales a menudo para recordar a Claudio. El pasado 11 de enero se cumplió un año de su muerte y ella mostró el pequeño altar que le ha montado en casa: "Hoy hace un año. Cuatro estaciones. Yo tengo mi altarcito", escribió junto a su fotografía.
El 24 de febrero, día que se conocieron, también le rindió un pequeño homenaje: "Hoy hace siete años que nos conocimos. Siete años. Tuvimos mucha suerte de encontrarnos. Los que hablan tanto del primer amor es porque no conocen el último".
Para superar esta dolorosa etapa, Sinde se ha refugiado en el trabajo (a ellos les ha dedicado su último libro, Después de Kim) y también en su círculo más íntimo: "Lo que me ayuda es estar con gente, encontrar afectos. Tengo la suerte de tener muchos amigos, compañeros de trabajo, además de mi familia". Sus hijas, Valentina y Estrella, son lo más importante para ella: "Están a mi lado, pero a los jóvenes no conviene agobiarles con nuestros pesares porque ellos tienen que vivir con alegría y prepararse para el futuro".