El marido de la infanta Cristina ha exprimido sus cuatro primeros días de permiso penitenciario después de pasar más de un año y medio en la cárcel de Brieva (Ávila). Aprovechó uno de ellos para asistir a la misa de Navidad y puso la iglesia patas arriba. Fue tal el revuelo que se formó ante la presencia de Iñaki Urdangarin que el sacerdote tuvo que llamar al orden.
El yerno de don Juan Carlos y doña Sofía acudió a la iglesia de la Sagrada Familia con su mujer y sus hijos en día 25. Saludó a algunos conocidos de manera tímida y escuchó cabizbajo y concentrado el sermón del párroco, pero cuando este invitó a sus feligreses a darse la paz, la iglesia se vino arriba. Según Pilar Eyre, decenas de personas abandonaron sus bancos para estrechar sus manos con Iñaki Urdangarin y se generó tal revuelo que el sacerdote tuvo que llamar al orden y pedir que todos regresaran a sus sitios.
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El cuñado de Felipe VI se sintió abrumado pero también muy querido y afirma la periodista que por este motivo, su regreso a Brieva el sábado por la mañana, después de cuatro días en libertad, fue más duro de lo esperado. Hacía tiempo que Urdangarin no recibía el candor popular, pues tanto en Barcelona como en Madrid y Palma ha sido una persona 'non grata' en los últimos años. No así en Vitoria, su tierra natal, donde parece que sus amigos y vecinos ya le han perdonado.
Nochevieja en prisión
El ex duque regresó a la cárcel este sábado. Abandonó Vitoria junto a su mujer, la encargada de conducir la furgoneta en la que viajó con su marido. Este martes, último día del año, se comerá las uvas en prisión, pues solo le concedieron cuatro días de los siete que pidió en su primer permiso. El día 31 será uno más entre rejas: las luces se apagarán a las 22 horas, por lo que Urdangarin tendrá que encender su propia lámpara si quiere trasnochar un poco más. Eso sí, podrá poner la tele y dispondrá, como el resto de las presas, de una bolsita con las 12 uvas. Estará solo en su celda y vigilado por un funcionario de confianza.
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