Carmen Franco murió el 29 de diciembre de 2017 a los 91 años. Padecía un cáncer terminal diagnosticado desde el verano anterior pero en los meses que pasaron desde que la única hija del dictador anunció su enfermedad hasta que falleció, sus siete hijos prepararon todo lo relativo al reparto de la herencia, una fortuna que se cuantificado entre 500 millones de euros, aunque algunos medios apuntan a una cifra superior.
No todos los nietos de Franco son igual de conocidos porque mediáticamente sus comportamientos han sido muy distintos. Tenemos a Carmen Martínez Bordiú, una diva de las revistas y reina de corazones, en tiempos, compañera de correrías de Isabel Preysler y demás socialités, una mujer que a sus 68 años vive en Portugal, con el coach emocional Timothy McKeague, un joven surfista australiano y coach, treinta y tantos años más joven que ella. Carmen disfruta ya de su fortuna y de su título de Duquesa de Franco, sancionado por el rey Felipe VI. La primogénita del marqués de Villaverde y Carmen Franco no siempre vivió con la holgura económica que maneja hoy y, durante décadas, completó sus ingresos con exclusivas pagadas hablando de su vida privada y de sus amores y desamores, de sus tres matrimonios, tanto en portadas como en platós de televisión. Carmen vivió la tragedia que la marcó cuando murió su hijo Francisco en accidente de coche. Pero resumiendo la existencia de la madre de Luis Alfonso Borbón podemos decir que ella se puso el mundo por montera y que siempre se ha pasado lo que dijeran los demás por el arco de la Victoria que construyó su abuelo.
Nada que ver con su hermana, pero bastante mediático fue en su día Jaime Martínez Bordiú, el pequeño de la familia, que se casó en 1995 con la modelo Nuria March, con la que tuvo a su hijo Jaime, pero de la que se separó seis años después. Cayó en el mundo de las adicciones, atrapado sobre todo por la cocaína, pero logró recuperarse y sentar la cabeza. También salió con la catalana Ruth Martínez y aquello no acabó bien. La Audiencia de Barcelona lo condenó a un año de cárcel por maltrato. Ahora parece que ha recuperado la estabilidad amorosa con la empresaria gallega Marta Fernández. Patrimonio tiene. Es licenciado en Derecho por la Complutense y tiene despacho propio. Figura en cargos directivos de cuatro inmobiliarias que no presentan actividad.
Francis Franco, el mayor de los varones, cambió el orden de sus apellidos para heredar al menos el apelativo de su abuelo, ya que la ley que iguala a hombres y mujeres en cuestión de títulos nobiliarios le privó de ser el duque de Franco en favor de su hermana mayor. Últimamente, como portavoz de la familia, ha procesionado por distintas televisiones y demás medios para hablar de la exhumación, pero también ha ocupado titulares gracias a un bochornoso incidente. Francis Franco fue condenado a 30 meses de prisión por delitos de atentado contra la autoridad y conducción temeraria por un juzgado de lo penal de Teruel. Pero se libró por los pelos de ir a la cárcel por el presunto atropello a dos guardias civiles. El suceso por el que fue juzgado el nieto del dictador se produjo el 30 de abril del 2012, cuando dos agentes dieron el alto a un vehículo que circulaba con las luces apagadas y en sentido contrario por la carretera nacional 234. El conductor obvió las señales de los agentes y se dio a la fuga. Los guardias lo persiguieron durante 30 kilómetros, y cuando pudieron detenerlo en un camino entre las localidades de Collados y Laguerruela (en el noroeste de Teruel), uno de los ocupantes encañonó a los agentes con una escopeta mientras el conductor daba marcha atrás con su coche y arremetía contra el vehículo de la Guardia Civil. Un agente resultó lesionado. El automóvil, hallado cinco horas después, estaba registrado a nombre de una sociedad propiedad de Francisco Franco Suelves, hijo de Francis Franco. El Cosntitucional acabó archivando el caso. Se ha casado dos veces. Con María Suelves tuvo a sus hijos Juan José y Francisco, y con Miriam Guisasola, a Álvaro y Miriam. Francisco se casó hace justo un año con la empresaria estadounidense Lian Lay Fournier, y Juan José sale con Khali El Assir, hija de El Assir, conocido comerciante de armas.
José Cristóbal Martínez-Bordiú (61) estuvo casado muchos años con la modelo y presentadora Jose Toledo, de la que se separó hace dos. Fue militar, como su abuelo, el único de los nietos que cogió las armas (no solo para cazar) pero abandonó los uniformes para meterse en el sector inmobiliario y a la publicidad. Con la guapa canaria tuvo dos hijos, Daniel y Diego. El primero sufrió con solo 18 años un grave accidente del que tardó en recuperarse.
María Aranzazu Arancha Martínez-Bordiú (57) es sin duda la menos aficionada a las cámaras y la fama de los siete nietos de Franco. Fue novia durante años de su primo Alejo Martínez-Bordiú, pero rompieron, y hace 23 años se casó con el abogado coruñés Claudio Quiroga, exdirector de Unión Fenosa. Se dedica a la restauración de muebles y es apoderada de la inmobiliaria Marletmakai SL junto con su hermana Merry. Es la más desconocida de todos los hijos de Carmen Franco y el Marqués de Villaverde. Jugaba al paddle con Silvia Villar Mir, esposa de Javier López Madrid.
Merry Martínez-Bordiú (María del Mar) tiene hoy 63 años y dicen que era la nieta favorita del dictador, quizá por eso fue testigo en el proceso de exhumación junto a su hermano Cristóbal. Estudió restauración y vivió en Canarias y en las Islas Vírgenes. Su matrimonio con el conocido Jimmy Giménez-Arnau solo duró dos años, pero nació una única hija de ambos, Leticia. Tras la tormentosa separación, Merry y Giménez-Arnau mantuvieron un tórrido y largo intercambio de reproches e invectivas. El contertulio y periodista escribió el libro Yo, Jimmy, mi vida entre los Franco, que recoge su versión junto al clan, desde la boda con Merry en 1977 en el pazo de Meirás, por la que la revista Hola pagó un millón de pesetas de las de entonces. Merry se casó en 1986 con el norteamericano Gregor Tamler, especialista en fitness y experto en artes marciales. Se divorciaron en 1991. aunque a él le dieron para ser conocido por todos y plasmar la experiencia en el libro Yo, Jimmy, mi vida entre los Franco.
Mariola, la segunda hija de Carmen Franco, es la única que no se ha beneficiado de la ley de divorcio que para su abuelo era pecado moral. Ella ha mantenido su matrimonio a lo largo del tiempo y a sus 67 años sigue casada con Rafael Ardid Villoslada. Juntos tienen tres hijos: Jaime, Javier y Borja. Se dedican a la promoción inmobiliaria a través del Grupo Didra, responsable de pelotazos del nivel de Montepríncipe o El Encinar, urbanizaciones lujosos y muy caras. Los hijos de Mariola siguen su estela y acaban de fundar una empresa, Armabor Management, dedicada a la construcción de edificios residenciales.
O sea, los siete nietos han vivido bien ya antes de heredar
Luis Felipe Utrera-Molina, abogado de la familia, confirmó que la herencia se adjudicó en julio de 2018 y que también se "pagó el correspondiente impuesto. Hay sobre todo empresas dedicadas a negocios inmobiliarios: compra de inmuebles de renta antigua, alquileres de plazas de garaje, viviendas y oficinas situadas en varias provincias de España. Solo el edificio de la calle Hermanos Bécquer, 8, de Madrid, en el barrio de Salamanca, está a la venta por una valor superior a los 50 millones de euros. Son 4.800 metros cuadrados, en uno de cuyos pisos vivió, hasta su fallecimiento Carmen Franco.También fincas rústicas como la de Valdefuentes, de nueve millones de metros cuadrados de extensión, de la que en 2006 se recalificaron 3,3 millones de metros cuadrados y la casa natal del dictador, en Ferrol.
Muchos de los bienes heredados se mantienen en régimen de proindiviso (sin repartir), como la Casa Cornide, un palacete en A Coruña, valorado en unos 5,5 millones de euros, en el que recientemente se han realizado obras para reparar el tejado y una de sus terrazas, y que antes de que Carmen Polo, la esposa del dictador, se interesara por él, fue propiedad de la familia Cornide, sede del Ayuntamiento de la ciudad y más tarde un colegio que dependió del Ministerio de Educación.
El Pazo de Meirás, situado en Sada (A Coruña), pueden perderlo si la Diputación de A Coruña consigue recuperar la propiedad, como pretende. Está a la venta desde hace más de un año por ocho millones de euros, pero desde el pasado 12 de julio el Registro de la Propiedad debe alertar a los posibles compradores de que existe sobre él una demanda del Estado que reclama su propiedad por considerar que su adquisición fue fraudulenta.
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