Los duques de Sussex están disfrutando de un verano muy viajero, algo que no ha gustado al sector más conservador de Reino Unido ni tampoco al más ecologista, pues el avión privado en el que se mueven contamina seis veces más que uno comercial. Sin embargo, el príncipe Harry y Meghan Markle han hecho oídos sordos a las múltiples críticas para seguir tostándose al sol, esta vez de la Costa Azul.
Abandonaron Ibiza hace sólo unos días y ya han puesto el pie en la costa francesa. Según The Sun, lo hicieron el pasado miércoles a bordo de su jet privado, el mismo que les llevó a la isla pitiusa y que ha desencadenado un sinfín de críticas. ¿El motivo? El gasto y la contaminación que genera: un vuelo privado cuesta 20.000 euros por viaje y contamina seis veces más que uno comercial, algo que parece contrario a lo que predican los duques de Sussex, muy implicados en el cuidado del medio ambiente. De hecho, antes de comenzar sus vacaciones declararon que solo tendrían un hijo más, en total dos, por el bien del planeta, cuya masificación tiene consecuencias muy negativas.
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Harry y Meghan disfrutan del verano ajeno a la polémica que han levantado. El flamante matrimonio se encuentra en la Rivera Francesa con su hijo Archie, alojados, una vez más, en una villa privada donde esconderse de miradas ajenas. Eso sí, parece que su estancia ha sido muy corta, pues los tabloides británicos apuntan a que el sábado volvieron a Reino Unidos, concretamente a Balmoral, en Escocia, para visitar a la reina Isabel II, una tradición que todo Windsor debe respetar.
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