Era el año 2015. El intérprete de Agua dulce, agua salá visitaba a Susana Giménez, una de las presentadoras más influyentes de Argentina, ex novia del mismísimo Ricardo Darín. Presentó a Julio Iglesias y el artista entró al plató con una espléndida sonrisa, agarró a la ex modelo al más puro estilo Rubiales y le estampó un beso mientras ella trataba de zafarse: "Sabía que esto iba a pasar", dijo ella avergonzada.
Pero la cosa no quedó ahí. Sentados en el sofá, Susana comentó: "No me quería poner brillo porque venía Julio y sabía que me iba a besar y se lo iba a quedar todo". A lo que él respondió: "Los besos que yo te doy en privado son mucho más bonitos que los que te doy en público. Estoy preocupado porque van a pensar que yo beso así de mal. Ven aquí...". Susana se acercó y él volvió a agarrarla para estamparle otro morreo: "No Julio, te lo pido por favor, eres un hombre casado...", dijo ella tapándose la cara con las dos manos.
Un momento muy incómodo que entonces, en 2015, fue calificado por los fans de Julio como "divertido". Decenas de comentarios jocosos ("Qué fenómeno, nunca cambia. Ja ja ja", "Es un crack", "Dos grandes seductores, sin duda", "Un maestro Julio, qué risa ja ja ja", "Un galán de la vieja escuela"...) y apenas un par para censurar la actitud del cantante: "Me encantaría saber si todos los que lo alaban por esta acción dirían lo mismo si esa mujer fuera su madre, esposa o hija", "Si yo hiciera esto con la presentadora me meten tres cadenas perpetuas".
Era otra época (hace ya ocho años) y otro país, pero entonces fueron pocos los que salieron a defender los derechos de una avergonzada presentadora y crucificar al 'Casanova' español. Tampoco sabemos si habían planeado la jugada y dado el consentimiento entre bambalinas para dar espectáculo, como sucedió con el también criticado beso de Anabel Alonso a Jordi Cruz en Masterchef. En cualquier caso, no es una escena sobre la que se deba bromear públicamente ni es el ejemplo que se debe dar a las nuevas generaciones. El caso de Luis Rubiales lo ha dejado meridianamente claro: forzar a una mujer no es una broma, no es un espectáculo y no es la manera de manifestar alegría ni euforia. Y no, si te llamas Julio Iglesias, tampoco.

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