Discreción y privacidad absoluta. Así han sido las vacaciones de Isabel Preysler en su primer verano sin novio. Hace justamente un año, Isabel y Mario Vargas Llosa descansaban y reponían fuerzas en la clínica Buchinger de Marbella, un establecimiento que el escritor peruano y su esposa, Patricia Llosa, han frecuentado toda su vida. Precisamente hace pocas semanas, como adelantamos desde Informalia, el premio Nobel y su ex mujer regresaban juntos a la clínica como en los viejos tiempos. Pero en agosto de 2022, durante la feliz estancia de la filipina y el hombre que ha sido hasta ahora su último amor (y durante casi ocho años) nada hacía imaginar que solo cuatro meses después protagonizarían una ruptura tan abrupta y poco amistosa.
Se entiende que las vacaciones que ha pasado Preysler en Marbella este verano hayan sido casi clandestinas, para no dar visibilidad a su situación actual, un tanto desubicada sentimentalmente. Isabel siempre ha sido una mujer que ha vivido junto a un hombre y no ha ocultado sus relaciones, en sus principios discretas y poco conocidas, como las que vivió con Carlos Falcó, Miguel Boyer o Vargas Llosa, pero que confirmó públicamente cuando le convino y a veces cobrando.

Este verano ha sido muy diferente. Su anterior paso por Marbella había sido junto a Vargas Llosa, quien este agosto paseó por la localidad malagueña con la madre de sus hijos, un mensaje humillante y de indiferencia hacia Isabel. Por eso, la estancia de Preysler en Marbella este verano ha sido como huésped de sus amigos José María Amusátegui y su esposa Amalia, a los que ya trataba muy íntimamente durante su matrimonio con Miguel Boyer (en las imágenes, Preysler y el matrimonio Amusátegui el año pasado en Marbella).

Amusátegui es el banquero que cobró una de las indemnizaciones más altas de la historia económica de España al dejar el Banco Santander Central Hispano (BSCH). Su finiquito ascendió a 43,5 millones de euros, además de unos ingresos brutos anuales de más de 6 millones de euros procedentes de la pensión vitalicia que le concedió el BSCH, hoy Banco de Santander, y otro medio millón, de Unión Fenosa.
El matrimonio Amusátegui es generoso, cuida mucho a sus amigos, sobre todo a Isabel Preysler, hoy bastante sola y a quien siempre han protegido en los malos momentos.

El verano no ha terminado todavía y es posible que Preysler viaje a Miami para estar con sus hijos Chábeli y Enrique, con los que llena el vacío de su vida actual.