Una moción de censura por parte de los miembros de la Asamblea General de la RFEF sería el camino más lógico para acabar con el reinado de Luis Rubiales tras los cinco escándalos encadenados por el máximo responsable del fútbol: el beso forzado a Jenni Hermoso, tocarse sus genitales visiblemente en el palco junto a la Reina y las autoridades, insultar a quienes cuestionaron su lamentable conducta, pedir disculpas tarde, de forma confusa y sin convicción, y presionar a la jugadora para que participara en el vídeo que debía exonerarle tras lo ocurrido.
Pero no es previsible que la Asamblea le ponga en la calle porque está controlada por el presidente. Rubiales se agarra al puesto, que conlleva un sueldo de 675.7612,87 euros al año, más otros 3.000 euros de ayuda para pagar la hipoteca de su casa.
Muchos de los 83 miembros del organismo que aprobaron ese salario (y que asistieron el 30 mayo de 2022 a la junta que lo formalizó) son quienes escenificarán el apoyo a su presidente en una pantomima que despreciará los hechos que han dado la vuelta al Mundo, las peticiones masivas de dimisión por parte del presidente y la vicepresidenta del Gobierno en funciones, el ministro Iceta, responsables del PSOE, el PP y otros partidos, y las denuncias presentadas.
Por otra parte, voces autorizadas como Ángel Torres, presidente del Getafe, se unen a las exigencias para que Rubiales asuma su responsabilidad: "No puede seguir ni un minuto más como presidente de la Federación", ha declarado el directivo, que acudirá a la Asamblea Extraordinaria convocada para el próximo viernes. El organismo ya ha confirmado que ha abierto las diligencias internas referentes a asuntos de Integridad, así como el resto de los protocolos aplicables.
"El Comité Asesor de Protección, en el marco de sus competencias, y de acuerdo con el principio de proporcionalidad, adoptará las medidas que estime oportunas ante cualquier comportamiento que ponga en riesgo la salud y el bienestar de los/las deportistas", dice el documento.
El mismo Protocolo de actuación frente a la violencia sexual puede ser activado "por cualquier persona que sea víctima de violencia sexual, o cualquier persona que tenga conocimiento de esta situación".
Por tanto, la vía para inhabilitar a Rubiales, si sus cómplices no le destituyen, es que el CSD traslade la denuncia al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), órgano colegiado adscrito a dicho organismo pero que actúa con independencia. El TAD tiene facultades para abrir un expediente de investigación que podría acabar con el mandato o al menos la suspensión de Rubiales tras un escándalo sin precedentes que aún hoy es tema principal en medios como The New York Times, lo cual añade gravedad a los hechos, puesto que la Marca España y la imagen que todo este escándalo está manchando son incompatibles con la continuidad de un responsable con una conducta como la del actual presidente de la RFEF.
"Atraer con el brazo con el intento de besarles" y "besar a la fuerza"
Pero, básicamente, Rubiales tendrá que salir porque ha incumplido la ley. Los protocolos contra la violencia sexual en las federaciones deportivas fueron introducidos de manera obligatoria en cumplimiento la nueva Ley del Deporte, aprobada el pasado 27 de junio, tal y como se puede comprobar en la propia página web oficial de la propia RFEF.
Ese protocolo lo especifica y es meridianamente claro al respecto, calificando de violencia sexual "atraer con el brazo con el intento de besarles" y "besar a la fuerza", y determina que "conllevarán consecuencias inmediatas". Este Protocolo de actuación frente a la violencia sexual aprobado por el Consejo Superior de Deportes incluye esta acción concreta en su punto 5. Este epígrafe se alude en las denuncias de los organismos que han denunciado a Rubiales, como la Asociación de Futbolistas Profesionales (AFE).
Solo si la víctima del beso presuntamente forzado manifestara que se produjo con su consentimiento (en contra de lo que todos vimos), Rubiales tendría alguna posibilidad. Pero Jenni Hermoso dijo inicialmente que el beso no le había gustado, aunque supuestamente luego defendió a Rubiales y restó importancia al asunto, asegurando que "ha sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un Mundial". El problema es que dichas palabras, según algunos medios, en realidad nunca fueron pronunciadas por la jugadora quien, por cierto, se negó a participar en un vídeo junto a Rubiales para exonerarle, a pesar de las presiones recibidas.