Varapalo en el mercado de fichajes futbolísticos: Messi, una de las grandes figuras del deporte europeo, abandona la Primera Liga para cruzar los mares e incorporarse la próxima temporada a las filas del Inter de Miami. El argentino ha aceptado la oferta de David Beckham, entre otras razones para hacer feliz a su mujer, Antonela Rocuzzo, que veía ésta como la mejor opción para la estabilidad familiar.
Ya lo dice el refrán: detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Antonella valoró las opciones de su marido, pero el plan de trasladarse a los Emiratos Árabes no le convencía, ni si quiera por los 400 millones de euros que le ofrecía el Al-Hilal. También se han quedado colgados los el Barça, que pretendían recuperar a su gran estrella para reactivar su economía, pero las negociaciones tampoco han llegado a buen puerto.
Finalmente, y a falta de formalizar el contrato y negociar los términos de patrocinios con Adidas y Apple, son David Beckham y su Inter de Milán quienes se llevan la gallina de los huevos de oro. Aunque a nadie le van a dar agua por el susto, porque Messi ya lo avisó en una entrevista con Évole hace unos meses: "Me gustaría jugar en Estados Unidos y experimentar la vida y la liga allí".
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El matrimonio está encantado con su decisión. Miami es un epicentro de las estrellas, ofrece mar, sol y playa, muy buenos colegios para sus tres hijos (Mateo, Thiago y Ciro) y, además, no tienen que buscar casa, pues ya tienen dos: un apartamento de lujo en la Porsche Tower y otro en el noveno piso de un edificio en Sunny Isles, en el norte de Miami Beach. Adquirieron este último con vistas a su traslado, hace ya un año, por seis millones de dólares. Es un piso amueblado de 500 metros cuadrados con cuatro dormitorios y cuatro baños, vistas al mar y piscina infinita. Además, cuenta con una cámara frigorífica con capacidad para 1.000 botellas de vino.