La modelo volvió a visitar a su todavía marido en la cárcel de Brians II, en Barcelona, el pasado domingo. Es la primera vez que se ven tras el anuncio de su separación y aunque quieren mantener una relación cordial, la cosa no ha empezado con buen pie. Dani Alves y Joana Sanz se casaron en julio de 2017 y aunque no tienen hijos en común (el punto más conflictivo de todo divorcio) sí comparten propiedades y negocios a los que ninguno está dispuesto a renunciar.
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Según Carlos Quílez, el reparto de sus bienes compartidos fue el punto central de su conversación el pasado domingo. Ambos pusieron sobre la mesa sus respectivas situaciones económicas e hicieron un inventario con lo compartido: viviendas, locales, una nave industrial y también el dinero de una cuenta bancaria conjunta. No hubo acuerdo en el reparto.
La canaria se quedará unos días en Barcelona para reunirse con sus asesores y estudiar la situación más conveniente y exponerle un acuerdo satisfactorio a Dani Alves, que continúa inmerso en una guerra de recursos entre acusación y defensa para finiquitar el proceso de instrucción de la causa. Solo falta una prueba, el informe psicosocial de la presunta víctima, que llevará a cabo el forense del juzgado. El desacuerdo parte de la petición de Cristóbal Martorell (abogado del futbolista) para que un forense contratado de su parte esté presente en la inspección, algo a lo que se niega la mujer. El juicio se prevé para el próximo verano y todo apunta a que Alves continuará en prisión preventiva hasta entonces.