La última vez que triunfó una moción en España el presidente era Mariano Rajoy, que siguió el debate desde un restaurante de la Puerta de Alcalá, cerca del Congreso. Cinco años después, Ramón Tamames, el candidato de Vox, ha sido elegido tras unas copas. "Fue una ocurrencia típica entre amigos y al calor de una copa de vino", admitió Fernando Sánchez Dragó.
Pues bien, ahora hemos sabido que el economista de 89 años, que este lunes protagonizó el discurso de la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez, mantuvo una intensa agenda de relaciones sociales en las últimas semanas.
Lea también - La vida de Ramón Tamames marcada por tres mujeres: el suicidio de su madre, su esposa y Ava Gardner
Un empresario madrileño invitó al catedrático a un almuerzo para conocer de primera mano su opinión y cuenta que se puso hasta las trancas de marisco. Cuando el camarero les trajo la cuenta y les preguntó si estaba fresco el marisco, Tamames contestó: "Está todo riquísimo, tanto que me va a poner lo mismo que he almorzado en un táper para llevárselo a mi esposa, que es una enamorada también del mar", contestó el flamante candidato del partido de Abascal. El camarero le trajo encantado el táper y rehízo la cuenta, cuya cuantía superó los 700 euros. El empresario que le acompañaba se quedó de piedra, y es que él fue el encargado de pagarle la cuenta. Es conocida en los mentideros políticos desde hace décadas la proverbial tacañería del economista.
Y su mujer, descalza en la tribuna de prensa

No es extraño que Ramón Tamames se acuerde de su mujer y tenga el detalle de llevarle un táper con marisco, y más si no lo paga él. El economista lleva 63 años casado con Carmen Prieto-Castro, madre de sus tres hijos, Alicia, Moncho y Laura. Carmen estaba este lunes en la tribuna de prensa del Congreso, como sus hijos y algún nieto del veterano profesor. Carmen fue musa de Paco Umbral, que hasta le escribió un poema: "¿Recuerdas tú tus noches en el heno, escogiendo luceros en la paja? Yo te miraba en las mañanas rosa trasladando tus muebles y tu llama", les dedicó el gran articulista.

Este lunes estaba atenta a la llama retórica de Ramón, aunque cansada como su marido por la extensión de la moción. Agotada sí, pero se la vio suelta con su vestido verde; hasta se descalzó, estiró las piernas y descansó los pies desnudos en la butaca de delante, que no estaba ocupada. Hasta que un ujier le pidió que quitara los pies y se recompuso.
El ex diputado comunista sabía que Abascal consumiría media hora, pero no que Sánchez se alargaría tanto como cien minutos. Dicen que en el corte para comer, ya bien pasadas las tres de la tarde, a Tamames los de Vox le acomodaron recostado en un despacho para que echara un sueñecito antes de volver al escaño.
Por cierto, que el presidente no se acercó al escaño de Tamames a saludarle. No hay que decir Ramón Tamames apenas se podía mover. De hecho, los fotógrafos mantuvieron una distancia de cortesía que no suelen guardar.