El futuro marqués de Griñón no puede más. La presión mediática que genera su relación y su enlace con Tamara Falcó le sacó de sus casillas este miércoles, cuando salía de misa con su novia. La hija de Isabel Preysler, nacida entre cámaras, atendió sonriente y educada a la prensa y quedó muy sorprendida cuando Íñigo Onieva les mostró su peor cara: "Ya sabéis que nunca respondo. Esto está siendo ya muy intenso. Se acabó. ¡Fuera!".
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El relaciones públicas gesticuló con la mano, invitando al reportero a marcharse, y hasta chasqueó la lengua en gesto de hartazgo y desaprobación. Una antipatía desconocida hasta ahora que podría justificarse por los nervios que generan la preparación de una boda de estas dimensiones y también el malestar de su madre, Carolina Molas, que unas horas antes había enviado un comunicado a los medios para preservar su derecho a la intimidad.
Una actitud muy alejada de la de Tamara Falcó. La marquesa está encantada organizando su boda en tiempo récord. Cumplirá por fin su sueño de prometer amor eterno en El Rincón, la finca que heredó de su padre, y de celebrarlo por todo lo alto en sus jardines, que ya han protagonizado escenas en películas y series de televisión. Ya tiene las flores, la lista de regalos y los primeros bocetos de su vestido nupcial, que ha confiado a la firma Sophia et Voilà.