Es un club sin nombre, y sin sede, en el que todos sus miembros se conectan por medio de mensajes de WhatsApp. Es exclusivo y solo pertenecen muy pocos privilegiados, entre ellos el polémico Froilán de Marichalar y Borbón.
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Todas las semanas se cita a sus socios en un lugar diferente de Madrid, siempre lugares con reservados y zona vip.
El club tiene fama de organizar juergas infinitas, que empiezan por la noche y acaban a primeras horas de la mañana del día siguiente. Y que enlazan unas con otras, como sucedió el pasado fin de semana en el que el hijo de la infanta Elena salió de un local a las nueve y se marchó a otro que cerraba más tarde.

En el primer local, Pipe, como llaman en la intimidad al hermano de Victoria Federica, estuvo en un reservado contratado por uno de sus amigos, que desembolsó mil quinientos euros. Él fue de gorra.
Dicen que doña Elena está deseando que su hijo se marche de una vez por todas a Abu Dabi, a ver si su abuelo, el rey don Juan Carlos, le hace entrar en vereda. Y que se quede allí el mayor tiempo posible.
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No sería de extrañar que Felipe VI y Letizia vieran con muy buenos ojos que su sobrino desapareciera de la noche madrileña. Es un chico que parece un imán para atraer conflictos, uno detrás de otro. Hay quien culpa de la conducta del hijo de Jaime de Marichalar a algunas malas compañías. Pero Pipe no cambia, pasa de todo y de todos, incluso de los consejos y broncas que le dan sus padres.