Ante el delicado estado de salud de María Teresa Campos, su ex, Edmundo Bigote Arrocet, quiso llamarla para interesarse por ella, pero personas cercanas a la periodista de 81 años le pidieron que no lo hiciera.
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El humorista, de 73, hizo caso del consejo y decidió esperar, aunque sabe que la madre de Terelu y Carmen Borrego no quiere tener contacto con él. Y es que, desde que Bigote, se fue por la puerta de atrás abandonando a la comunicadora, la Campos no ha levantado cabeza. Ya no se cuida como antes, apenas sale a la calle, ha suspendido las partidas de cartas de los viernes por la tarde con sus amigas, no coge las llamadas telefónicas y se dejado a un lado su sueño de regresar con un programa a la televisión.

Además, las acusaciones contra Gustavo, el hombre al que ella define como "el hijo que nunca tuve", de ser el topo que filtra datos de la familia Campos a los periodistas le están afectando mucho. Le cuesta creer que sea un traidor e incluso teme que se cumplan los rumores de que su intención es dejar de trabajar a su lado.
En este sentido, Teresa depende demasiado de la ayuda de Gustavo, que es su chófer, su acompañante perpetuo, su confidente y la persona que está más cerca de ella en estos momentos.
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