Kiko Hernández y Sálvame han conseguido poner en entredicho la profesionalidad y la lealtad de Gustavo el chófer hacia María Teresa, que le considera como el hijo que nunca tuvo. Y todo por la presunta existencia de unas supuestas grabaciones que los espectadores no han escuchado pero que han sido uno de los pilares de Telecinco durante toda la semana. Y todo ello sin exhibir más pruebas que testimonios pagados y la (¿infalible?) credibilidad del polígrafo de Conchita.
No es fácil soportar a la maquinaria de Sálvame trabajando para convertir su existencia en madera para quemar y alimentar con él y con su novia la caldera de sus contenidos. El linchamiento mediático del asistente de la madre de Terelu y Carmen Borrego se sustenta en unas supuestas grabaciones que el llamado chófer de María Teresa o su novia habrían hecho en la intimidad del clan.
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Pero una semana después de lanzar el pretendido bombazo, ni Kiko Hernández ni nadie ha podido poner sobre la mesa pruebas que sostengan las acusaciones, salvando el testimonio del ex gran hermano y de otro paparazzo que también cobra de Sálvame. El público aún no ha visto prueba documental ni escuchado audio que pruebe de manera fehaciente la existencia de las archicomentadas grabaciones.
Aun así, la bola de nieve ha crecido porque el programa ha decidido que Gustavo y su presunta traición se conviertan en el ingrediente mágico que mantenga su audiencia a flote. Cámaras enviadas a diario al domicilio del chófer, testimonios y opiniones varias, y hasta un reportero destacado en el restaurante donde se produjo la comida en donde se supone que se desarrollaron las conversaciones registradas, son algunos de los elementos arquitectónicos que construyen este castillo de naipes mediático, tan efímero como otros contenidos fast tv que en su momento parecieron la noticia del siglo pero que se circunscriben, y solo por tiempo limitado, al submundo de Sálvame y demás espacios de La Fábrica de la Tele, Mediaset y sus realidades paralelas.
Primero Kiko Hernández habló de miles de horas grabadas a lo largo de los años por el chófer en la intimidad de las Campos, pero ahora parece que incluso en la versión de los fabricantes de esta pulp fiction se han reducido a tres. Ya se verá qué hay de verdad en esto aunque, en cualquier caso, ¿qué más da?
Como decíamos, Kiko Hernández empezó acusando al chófer de tener miles de horas de grabación de las Campos. Dijo que las grababa siempre, incluso en las comidas familiares. Sin embargo, según han pasado los días, Kiko ha reculado, bajado el suflé, y todo eso apenas ha quedado reducido a que existen unos audios de una comida en la que Gustavo critica a las Campos. Sigue refiriéndose al chófer y su novia como "grabadoras humanas" pero los únicos audios ahora dice que parece que existen son de una comida en la que Kiko Hernández estaba presente.
"Gustavo está pasándolo fatal. No entiende lo que está ocurriendo. Está desbordado", nos asegura un amigo suyo. Pero ahora al menos se ve respaldado por Terelu y Carmen Borrego, porque en un principio no fue tan rotundo su apoyo y "se sintió abandonado, además de muy decepcionado". Algo que, según nos cuentan, le pareció injusto porque ellas saben lo bien que se ha portado y las cosas que ha tenido que soportar.
Se le ha criticado por llevar supuestamente una vida de lujo y de cuantiosos gastos. Sin embargo, lo que nos cuentan es que en los últimos tiempos ha pasado ciertas penurias y que su novia, Ainhoa, le ha tenido que ayudar económicamente.

Pero es cierto que Gustavo decidió prestarse a varias exclusivas a cambio de dinero, como, por otra parte, llevan haciendo casi todos los miembros del clan Campos toda su vida. ¿Y por qué?, se preguntarán muchos, cuando se supone que él no ha dejado de trabajar y su sueldo no es malo.
La respuesta es que, si bien es cierto que el asistente de María Teresa no ha parado de trabajar, sí dejó de cobrar, según nos cuentan. "Durante unos cuantos meses, a Gustavo no le ingresaban su nómina". No solo eso, "se tenía que hacer cargo de determinados gastos de Teresa puesto que tampoco le facilitaban dinero para esos gastos del día a día, ni para otros que no eran del día a día".
Por ello, Gustavo ofreció esas exclusivas a la revista Semana. Pero lo hizo siempre con el visto bueno de Terelu y Carmen. "Gustavo jamás se había planteado conceder una entrevista. Llevan años ofreciéndoselo y nunca ha querido. Hasta que se ha visto en la necesidad", nos apuntan. La persona que se encarga de las cuentas de Teresa Campos dejó de abonar su nómina y cuando preguntaba se le decía que no se preocupara que en breve se le abonaría.
No nos consta que Teresa Campos sepa nada de esto. Por eso, cuando, tras un ataque de Bigote a Teresa, la veterana periodista dijo ante las cámaras que ojalá un día Gustavo contara en una entrevista lo que vivió, el asistente vio el camino abierto para hacer aquella exclusiva y defender públicamente a la que quiere como a una madre. Y, por qué no decirlo, de paso, ganar un dinero extra en un momento en el que lo necesitaba.
Por supuesto, Terelu y Carmen permitieron esas exclusivas. Nos dicen que él no ha hecho nada a sus espaldas y ahora tampoco. Todos le conocen de sobra. Son más de 30 años juntos que podrían terminar de manera abrupta, algo que no quiere ninguna de las partes.