A punto de cumplirse tres años de la muerte de Lucía Bosé, sus hijos, nietos y demás familiares se reunieron el pasado martes en Brieva, donde vivió durante sus últimos años la gran matriarca del clan, para brindarle el homenaje que el Covid les impidió darle aquel 23 de marzo de 2020. La ceremonia fue emotiva, íntima y se saldó con una notable ausencia: la de su hijo, Miguel Bosé.
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Precisamente la presencia del cantante fue uno de los motivos por los que la familia decidió retrasar una y otra vez la despedida a Lucía Bosé: "Por si él podía, pero al final nada", han dicho en Libertad Digital. Miguel, que está en México con sus dos hijos, Ivo y Telmo, no pudo acompañar a sus hermanas Lucía y Paola, que depositaron las cenizas de su madre en el cementerio de Brieva, como era su deseo. Acudieron, además, algunos amigos y vecinos que la cuidaron y acompañaron en la recta final.
No han trascendido los motivos de esta sonada ausencia, pues aunque el trabajo y la salud (fue intervenido por una hernia discal en octubre) han podido ser condicionantes, lo cierto es que la relación de Miguel y su familia no atraviesa su mejor momento. ¿El motivo? Nacho Palau, del que se separó tras 25 años de relación y con el que todos los Dominguín-Bosé continuaron (y continúan) teniendo una magnífica amistad a pesar de todo, algo que a Miguel no le hizo ninguna gracia.

Quizás no ha limado asperezas con los suyos pero sí con su ex, al que le ha ofrecido toda su ayuda ahora que lucha contra un cáncer de pulmón. Su círculo cercano aseguró que Miguel había telefoneado a Nacho para ofrecerle no solo apoyo económico (Palau vive en Valencia con los otros dos hijos de la ex pareja, Diego y Tadeo) sino también moral. Precisamente Nacho estaba muy unido a Lucía Bosé, que falleció por una neumonía bilateral asociada al coronavirus a los 89 años.
