La familia Franco consiguió numerosos bienes y propiedades de todo tipo mientras el dictador gobernó sin pagar un duro por ellas. Este fue el caso también del retrato de la nietísima del golpista, Carmen Martínez-Bordiú, que realizara Salvador Dalí por encargo expreso del gobernante como regalo de bodas de Alfonso de Borbón y Dampierre, nieto de Alfonso XIII y primo de Juan Carlos I, a su futura esposa.
Se trata de una de las obras de arte más celebradas por la prensa franquista en la época. Tras varias negociaciones, el retrato titulado "María del Carmen cabalga sobre el caballo de la historia", iba a ser abonado a Dalí con tres obras de los fondos del Museo del Prado escogidas por el pintor, a cambio de su trabajo pictórico sobre la primera nieta del jefe del Estado.
Pero el genial artista no llegó a recibir jamás ni las pinturas prometidas, ni un solo duro por su labor. Esta semana se han cumplido 50 años del acto de entrega de este magnífico óleo, de 1,60 x 1,80 metros, a la nieta de Franco. Carmencita, como la llamaban en privado, explicó en unas "memorias" que publicó la revista Hola que su prometido le regaló un anillo con brillantes que había sido de su abuela, la reina Victoria, y una pulsera también de brillantes.

La famosa aristócrata relataba en la revista de papel couché que su primer marido, "A la vez, me dijo que le haría ilusión que yo le regalara un cuadro mío pintado por Dalí". Carmen explica: "mi madre comenzó a hacer gestiones, pero, con todo y con eso, el cuadro no se pudo hacer hasta casi dos años después". Cuando se separaron, acordaron que Alfonso se quedaba de nuevo con las joyas y ella conservaba el cuadro.
Tal y como publica La Vanguardia, según su investigación, Salvador Dalí en su día puso varias condiciones antes de ser convencido para que pintara el retrato. Días antes de que se anunciara el compromiso y los regalos en una rueda de prensa el 22 de diciembre de 1971, Mariano Calviño, entonces procurador en Cortes y consejero nacional del Movimiento, llamó por teléfono a Salvador Dalí al hotel Meurice de París para hacerle el encargo.
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El pintor subrealista le respondió que tenía que consultarlo con Gala y con su marchante. Calviño acudió entonces a su amigo Miguel Mateu, que había sido alcalde de Barcelona y era amigo de Dalí, quien buscó tambián ayuda en el alcalde de Figueres del aquellos años, Ramon Guardiola, para entre todos convencer al genial autor.
Salvador pidió al alcalde de su ciudad natal 100.000 dólares (unos siete millones de pesetas de entonces) por el cuadro, lo que habitualmente pedían sus marchantes por cualquier retrato. El pintor, no obstante, indicó que él lo haría por la mitad de ese dinero. Los representantes de Franco ofrecían solo entre 200.000 y 500.000 pesetas; dejaron claro que el precio del que hablaba el excéntrico autor era excesivo.

Según el relato del medio catalán, Dalí ofreció dos alternativas: el regalo de un cuadro relevante para su futuro museo de Figueres, para lo que sugirió el nombre del financiero Juan March como mecenas, o la cesión como depósito para su museo de algunos de los cuadros del Museo del Prado que estuviesen en los almacenes. Además, el artista puso como condición contar con la aprobación del entonces príncipe Juan Carlos, pues había empezado su retrato y no podía pararlo sin su aprobación.
Calviño aceptó el plan b y autorizó la operación del Prado, y Juan Carlos no puso objeciones. El cuadro se comenzó a pintar durante el verano de 1972, cuando Alfonso y Carmen pararon unos días en el Empordà y coincidieron con Dalí. Era esta la primera vez que el autor relizaba un retrato ecuestre. Sin embarco, Martínez-Bordiú no montó para posar porque ya se encontraba embarazada, aunque se había casado el 8 de marzo de aquél mismo año.

La obra tiene su miga, porque representa a Carmen con una blusa blanca montada sobre un caballo que transparenta un paisaje que deja ver el monasterio del escorial y unos personajes extraídos de "La rendición de Breda", de Velázquez. El histriónico autor los describió con su peculiar estilo: "En las nubes constantemente cambiantes de la diplomacia, se recorta el caballo de la historia, que deja ver el horizonte luminoso y el cielo inmutable de la España serena del Caudillo".
Dalí acabó el retrato en otoño y lo entregó en el palacio del Pardo de Madrid el 7 de noviembre sin la joven pareja, que vivían en Suiza. Sí lo recibieron sus padres, los marqueses de Villaverde, y los abuelos maternos, Francisco Franco y Carmen Polo. Para el traslado, la compañía de seguros La estrella valoró el cuadro en cinco millones de pesetas.
Al día siguiente, la imagen de Dalí y Franco junto al cuadro aparecía en todas las portadas de la prensa nacional. Alguno de los titulares ya hicieron recelar al pintor: "La noticia es que por primera vez en su vida, Dalí ha regalado un cuadro".

Salvador concreta entonces al alcalde de Figueres su petición de tres cuadros para el espacio central de su museo situado bajo la cúpula, y Guardiola se lo traslada al director del Prado, Xavier de Salas. Durante los meses siguientes se cruzan misivas entre Guardiola, Calviño, Salas y los ministros de educación y Cultura José Luis Villar Palasí y Julio Rodríguez. El Teatro-museo Dalí se abrió el 28 de septiembre de 1974 sin los esperados depósitos del Prado.
Al parecer, el 8 de octubre de 1974, el director general de Bellas Artes de la época, Joaquín Pérez Villanueva, envía una carta a Dalí donde le habla de los "cuadros del Prado que en principio tendríamos dispuestos para enviar al museo", y le explica cuáles serían. El pintor de Figueres no respondió nunca, pero su entornó siempre contó que no le gustaban ninguno de los cuadros que le ofrecieron.
Al año siguiente el dictador murió, y el artista jamás cobró por aquel trabajo para la familia Franco. Hoy no aparece referenciado en ningún lugar, escrito o catálogo el valor material que puede llegar a tener el cuadro que el genial autor pintó "por la cara".
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