Las buenas noticias, en los tiempos que corren, debemos agarrarlas y abrazarlas como a un ser querido. La noticia de que Ana Rosa Quintana regresa tras vencer al cáncer es maravillosa. La vuelta de la presentadora fue acogida por un dato gigantesco de audiencia, de otros tiempos: más de un 25% de cuota de pantalla, duplicando en share a sus compañeros de Sálvame, la casa donde se produce otros regreso mucho menos celebrado, el de Kiko Hernández.
Nos hacen falta buenas noticias como la recuperación de Ana Rosa, como lo es ver a Terelu Campos cada día trabajando, vencedora también en su día frente a esa enfermedad maldita. Eso no significa que debamos olvidar el dolor por el adiós de otras personas que no pudieron con su última batalla. Las anónimas y las conocidas, cuya proyección mediática debe ayudar a promover la cruzada contra el cáncer: más dinero, más investigación, más solidaridad, más apoyo, más comprensión y menos estigmas.
La muerte de Álex Lequio, el hijo de Ana Obregón, con menos de 28 años, la de Mila Ximénez, con 69, la del músico Pau Donés, la de Rocío Jurado, o la de Rosa María Sardá son apenas unos pocos ejemplos del trágico parte de bajas. Con el cáncer no se juega. Tomarse muy en serio esa enfermedad es como tomarse en serio la vida y jugar con ella por intereses espurios en un acto ruin.
Coincide el celebrado regreso de Ana Rosa Quintana, que estaba guapísima, por cierto, con la vuelta a Sálvame del ex gran hermano Kiko Hernández, que se reincorpora después de uno de sus barbechos y supuestos desencuentros con el programa, una técnica de cultivo de colaboradores que practica de forma habitual La Fábrica de la tele, productora entre otros espacios de Sálvame, sacando al personaje de la pantalla para devolverlo al cabo de unas semanas o meses con tanto vigor como el semen de Ortega Cano.
Ese vigor suele estar basado en perchas como la que trae bajo el brazo Kiko Hernández (tal vez muy a su pesar), que ocupa este martes la portada de la revista Lecturas, a menudo comparsa de los contenidos que trituran los espacios rosas y realities de Telecinco. El semanario, que escoge al ex gran hermano como uno de sus principales argumentos informativos, dedica en el interior cuatro páginas a mostrar lo "bien acompañado" que está con su amigo, el "atractivo actor Fran Antón". La mera difusión de esta noticia, en estos términos, y con estos titulares y fotografías, proporciona (sin hablar de relación sentimental) madera suficiente para alimentar la caldera del cotilleo que reactiva el personaje, y ocurre exactamente a las puertas de su regreso a la pantalla.
Páncreas
Otro de aquellos barbechos de Kiko Hernández, hace ya muchos años, se produjo cuando el ex concursante de Gran Hermano acabó su colaboración en el programa de Telecinco A tu lado (emitido entre febrero de 2002 y julio de 2007), presentado por Emma García y Felisuco, y predecesor del actual Sálvame. La intensidad de las polémicas en las que había intervenido y el tono agresivo de Kiko Hernández le habían desgastado hasta el punto de que su imagen necesitaba un descanso, un periodo largo para rehabilitarse antes de volver a la televisión.
No le venía mal para recuperar su credibilidad e imagen una noticia impactante y que a la vez le presentara de tal manera que su pasado agresivo y su retórica a base de descalificaciones se olvidaran. Había que convertir el villano o el verdugo en víctima.
Fue muy llamativo su encontronazo con la periodista Mercedes Milá, su amiga hasta entonces, y considerada 'madre de todos los grandes hermanos'. Su enfrentamiento en televisión levantó por primera vez las sospechas de que Hernández podría haber utilizado algo tan terrible como un cáncer de páncreas para lograr su objetivo: cambiar su imagen de verdugo mediático, de 'killer' de plató, por un joven víctima de una enfermedad terrible.

Un ex empleada le acusó de inventarse el cáncer
María Eugenia Martínez trabajó con Kiko Hernández en su negocio inmobiliario antes de que se hiciera famoso y presumía de ser una de las personas que mejor conocía al contertulio de Sálvame. De hecho, él la llamaba su "mami adoptiva" antes del desencuentro. En julio de 2015, la exempleada afirmó en una entrevista concedida a la revista Dime que Kiko "se inventó el cáncer de páncreas".

"Me llevé un disgusto, porque yo le quería muchísimo", decía su exempleada a Dime. "Pero empecé a ver cosas raras. Por ejemplo, él estaba ingresado en La Milagrosa (un sanatorio de Madrid), con suero, y había adelgazado bastante. Cuando llegué, su madre estaba tan tranquila, fumando en la habitación. ¡No me lo podía creer! Con un hijo de 30 años (ahora tiene 46), con cáncer, fumando relajadamente. Después fuimos a comer y él se pidió patatas con carabineros, ¡con un cáncer de páncreas! Pensé que se nos moría allí mismo. Pero ahí sigue como una rosa", recordaba ya en 2015 María Eugenia.
Kiko Hernández no solo no ha admitido jamás que se inventara el cáncer y por supuesto no ha pedido perdón por algo que no ha reconocido. Incluso se enfrentó en los tribunales a quienes osaron relatar este asunto.
Pero se llevó un tremendo varapalo del Tribunal Supremo, que le reprendió por mentir e inventarse que padecía un cáncer de páncreas hace años. Fue primero la Audiencia Provincial de Madrid la que dio la razón a PR Noticias, en sentencia del 29 de noviembre de 2018, como contestación a la demanda de protección del honor, presentada por Kiko, quien consideraba que se había cometido una vulneración de sus derechos al haberle acusado públicamente de haberse inventado que padecía la terrible enfermedad que se llevó hace muchos años a Rocío Jurado.
Lea también: Kiko Hernández confiesa su infierno por el coronavirus: desmayos, sangre y una invasión extraterrestre
El citado medio venía a decir que no es admisible que alguien pueda jugar jugar con la sensibilidad de algo tan serio. Recurrió y después fue el Tribunal Supremo quien se lo recordó. Para sustentar la supuesta vulneración de su honor e intimidad, Hernández afirmaba que el artículo le acusó públicamente de inventarse una grave enfermedad (cáncer de páncreas) sobre la él no había hablado ni dado permiso para que se hablara.
El Supremo desvirtuó la naturaleza del recurso de casación y recordó que fue el propio Kiko Hernández el que dio públicamente a conocer su enfermedad en el año 2006, casi una década antes de que se aludiera a ella en el artículo por el que demandó. La sentencia desestimó el recurso de casación interpuesto por Kiko Hernández Ruiz contra la sentencia dictada el 29 de noviembre de 2018 por la sección 25-A de la Audiencia Provincial de Madrid en el recurso de apelación n.o 563/2017. Además de confirmar la sentencia recurrida, impuso las costas del recurso a la parte recurrente.
Volviendo a octubre de 2022, y ante el regreso de Kiko Hernández, tal vez sería un buen argumento, para reforzar el impacto mediático de su regreso, en vez de desmentir que esté con el amigo con el que le retrata este martes una revista, que respondiera de una vez por todas a la pregunta: ¿Es verdad que tuviste cáncer de páncreas y lo superaste?