Tamara Falcó fue este jueves en El Hormiguero una mujer divertida y jolgoriosa más que una persona que hace una semana estaba enamorada hasta las trancas y dispuesta a casarse con el hombre de su vida. Vestida de rosa (a lo Rocío Carrasco) y con su inseparable medalla de la Virgen, relató con pelos y señales cómo han sido los últimos siete días de su vida y cómo afronta su futuro: "Mi hermano Enrique me ha buscado un novio ruso pero le he dicho que no quiero, que Putin lo va a mandar a la guerra. Pero no, este se ha ido antes y está en Estados Unidos".
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Lo cierto es que la actitud de Tamara sorprendió a propios y extraños dadas las circunstancias. Y es que entre la fortaleza y la frivolidad hay una línea muy fina, cada cual que elija el lado. La marquesa de Griñón comenzó su relato remontándose a la noche en la que anunció su compromiso: "El jueves estaba eufórica. Nos fuimos a la fiesta de un amigo y de repente me llega un vídeo por varios grupos de guasap. Íñigo estaba conmigo, me lo dijo y que era del 2019. Yo le dije que se olvidara, que nos lo estábamos pasando bien, pero él se quedó apartado y preocupado. Cuando vi el vídeo al día siguiente me empecé a preocupar", ha relatado. "Una híper amiga me llamó para quedar y me dijo que quería hablar del vídeo y abrirme los ojos. Él decía que era del 2019, lo dijo delante de todo el mundo. Mi madre me llamó y me dijo que se estaba montando una gorda y que si era del 2019 teníamos que decirlo y entonces Iñigo dice: 'No te preocupes Isabel, yo lo arreglo", ha desvelado.
"Nos vamos a la boda y después llamé a mi madre, toda contenta, y me dice: 'Tamara, hay más vídeos'. Al verlos ya... Mi madre estaba muy preocupada y yo le pedí que creyera a Íñigo, que era mi prometido, y que si no era verdad que las imágenes eran de 2019, terminaría saliendo todo y que yo tomaría la decisión correcta. Y ella me respetó". No obstante, ante la avalancha de información que recibió en la mañana del viernes y las advertencias de Íñigo ("empezó a decir que podía ser verdad"), Tamara tomó una decisión: "Le dije la famosa frase del metaverso, que yo ni si quiera sé lo que es eso, dejé el anillo en la mesa, metí mis cosas en un bolso y me fui a casa de mi madre".
"Mi padre era un señor pero otros en mi familia no lo son tanto"
En Villa Meona, y rodeada de amigas, la marquesa abrió por fin los ojos: "Ya empezó a salir todo y por todo lo que sí ha sido verdad, aunque no sé qué porcentaje ha sido llegado a este punto, no quiero contar más. Es imposible volver con él, descubrí a una persona distinta. Ahora me alegro de saberlo, pero ha sido un momento muy difícil".
Tamara, además, ha lanzado un dardo envenenado para (¿Julio Iglesias?) algún que otro miembro del clan: "En mi familia ha habido muchos divorcios y es un tema delicado para mí. Mi padre era un señor pero hay otros en mi familia que no lo son tanto. Yo le pedí a la Virgen que me enviara una señal si Íñigo no era para mí, lo que no sabía es que me iba a enviar la señal en una cadena nacional y delante de toda España", ha bromeado.
La hija de Isabel Preysler ha cerrado por completo las puertas a una futura reconciliación: "Hay muchísimo más aparte de esas imágenes y que yo no sabía, yo no sabía con quién me iba a casar y mis amigos me han abierto los ojos". Y ha añadido: "Sigo en estado de shock, luego entra la pena y la ira, pero no tendré ninguna pena por lo que he perdido, porque una cosa es lo que tú imaginas y otra es la realidad". Y zanja: "La infidelidad no es algo normal. No somos monos, debemos ser capaces de controlar nuestros impulsos".
Eso sí, a pesar de lo vivido, Tamara no piensa cerrarle las puertas al amor y su hermano Enrique ya está buscándole un novio ruso: "Yo no creo que todos los hombres sean malos ni iguales, esto no es una cuestión de género, le pasa a hombres, a mujeres y ahora también a los 'elles'".