No se sabe si causa más asombro, la repentina ruptura matrimonial de la marquesa viuda de Griñón, dos días después de anunciar en Hola, la (almibarada) intención de de la malagueña y el juez Santiago Pedraz de casarse; o bien sus explicaciones en el número siguiente de la revista, justificando el desaguisado.
Frente a la palabra del magistrado, a quien se supone persona no dada a los embustes, Esther Doña justifica a la autora del reportaje de la boda que no sabe ni tiene ni idea, de por qué la ha dejado su ex prometido.
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Asegura la ex modelo no entender nada y además, miente respecto a las fechas en que Pedraz dio por finalizada la relación, que se produjo muchos días antes de publicarse la exclusiva anunciando amor eterno.
Tuvo tiempo sobrado la andaluza de avisar a la publicación para evitar la aparición del reportaje. Sin embargo confiaba, dice, que fuera una pelea pasajera más, de las muchas que habían tenido en este año de relación.
Así que su noviazgo no era tan idílico y perfecto como nos habían vendido hasta ahora en su revista de cabecera y los reiterados posados dando imagen de tortolitos. O tal vez Esther Doña es tan ingenua que pensaba cobrar igualmente lo pactado por la exclusiva, aunque dejara en tal mal lugar al semanario, que, sin querer, fue víctima del timo, al igual que sus numerosos lectores, que pagaron por leer una mentira.
A algunos de los que conocen bien a la antigua modelo, más tarde esteticista y finalmente marquesa consorte, entre otros episodios no oficiales, no les ha extrañado el esperpéntico desenlace. Nos recuerdan su agitada vida matrimonial, iniciada en el madrileño barrio de Santa Eugenia, junto a Francisco Garrido, un empresario modesto con el que abrió Karma, un centro de estética sin pretensiones en la calle Aduana de Madrid, perpendicular a Montera y a un paso de la Puerta del Sol. El negocio fracasó al mismo tiempo que su matrimonio.
La del juez Pedraz no ha sido la única relación de Esther Doña con un prestigioso jurista. El segundo marido que tuvo había sido Letrado de las Cortes antes de convertirse en empresario internacional, con piso en Londres y chalé adosado en La Finca. Se casaron en la capital británica, pero no inscribieron el matrimonio en el Registro Civil, lo que hizo fácil el divorcio posterior. En su día, cuando Esther empezaba su relación con el marqués de de Griñón, hablamos con este empresario, Ángel, quien nos ha pedido no publicar su apellido. El recuerdo de su vida junto a Esther no dice mucho a favor de ella.
Cuando estaban en Londres, dejó que una de las hermanas de su esposa se fuera a vivir con ellos, les pagó clases de inglés, en una de las mejores escuelas de idiomas de la capital, pero, según reconoce, no aprendieron ni una palabra, ni aprovechaban las ofertas culturales y turísticas de la ciudad.
Esther y su segundo esposo se separaron, según fuentes cercanas al entorno del marido, por una presunta infidelidad de ella. Aun así, Doña se quedó con un coche de alta gama y dos pisos en Las Rozas, que había comprado con el aval de este segundo marido. Pero algo ocurrió después de la ruptura, y Esther acabó compareciendo en noviembre de 2016, en el Juzgado de Instrucción número 4 de Majadahonda, para responder a una querella criminal por presunta estafa procesal, acusación y denuncia falsa. La acompañaban los mejores abogados, puestos a su disposición por quien entonces era ya su prometido, Carlos Falcó.
Parece ser que Doña tenía muchas deudas, producto de negocios fallidos que puso en marcha durante su segundo matrimonio y la intervención en los mismos del hermano de su marido, habría complicado aún más la situación financiera de las empresas. Los dos pisos de Esther fueron embargados y, aunque consiguió recuperarlos por vía judicial, fue acusada de presunta estafa procesal.
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En la demanda se sostenía que Esther Doña habría falsificado documentos y hasta una firma para conseguir anular el embargo. Nunca quiso ella explicar este episodio, del que parece que salió más o menos indemne, gracias a la eficaz labor de los abogados del marqués.
La noche entre el Eurobuilding la comisaría
Por otra parte, Esther solo habla de buenas y edulcoradas noticias. Como las que cuenta en su libro La vida de un gran hombre a través de mis ojos, publicado en 2021, dedicado a los románticos recuerdos de su relación con Carlos Falcó. Pero no existe en el libro ni una línea de la noche que el marqués, que tenía entonces 82 años, tuvo que pasar en comisaría, por presuntos malos tratos a su esposa, durante una sonora discusión en el hotel Eurobuilding de Madrid. La jueza dejó libre a Falcó a la mañana siguiente, convencida de su evidente inocencia, buenos modales y carácter pacífico. Tampoco eran tan idílicas las relaciones entre al marqués de Griñón y su cuarta esposa. Cada uno vivía en un piso del palacio de El Rincón, cuenta gente cercana al matrimonio. En el hogar familiar, añaden, que mandaba más la madre de la esposa que el dueño de la mansión.
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Tampoco cuenta la marquesa viuda en su libro que cuando Aldara, la hija menor de Carlos Falcó y Fátima de la Cierva, regresaba al El Rincón de vacaciones, después de un curso en Austria, la joven se encontró su habitación ocupada por la madre de Esther, y, al protestar (porque habían tirado sus pertenencias a la basura) la esposa de su padre organizó tal escándalo que Aldara y el marqués tuvieron que encerrarse en un baño, mientras Esther gritaba cosas tremendas contra ellos. La joven grabó en su móvil el escándalo de su madrastra, como ya contamos, y a quien ha escuchado la escena se le ponen los pelos de punta.

Cuentan personas que han llegado a convivir con Esther Doña que "tiene un problema". Hablan de su "complicado carácter" y de "no ver la realidad o esconderla, además de una personalidad cambiante que desemboca a veces en episodios nefastos para ella y para quien la rodea". Tal vez Pedraz haya huido a tiempo de este tipo de problemas.