El FBI entrado este lunes, madrugada del martes en España, a registrar la mansión del expresidente estadounidense Donald Trump en el resort Mar-a-Lago en Florida para investigar el posible mal manejo de documentos clasificados.
"Mi hermosa casa Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, está actualmente sitiada, allanada y ocupada por un gran grupo de agentes del FBI", decía Trump en un comunicado emitido a través de su comité de acción política, Save America. Una persona familiarizada con la investigación consultada aseguraba poco después que los agentes estaban realizando una búsqueda autorizada por un tribunal en relación a la causa abierta contra el ex presidente por llevarse a su residencia documentos clasificados después de dejar la Casa Blanca.

La caja fuerte
Trump sostiene que la redada ha sido "sin previo aviso", y afirma que no era "necesaria ni apropiada". Asimismo, ha acusado al Partido Demócrata de poner todo el "sistema de Justicia" en su contra. El expresidente cree que el FBI habría incluso abierto su caja fuerte, aunque no ha detallado la motivación del registro ni qué es lo que buscaban los agentes federales.
La historia de Mar-a-Lago, la casa de Palm Beach de Trump
"Estos son tiempos oscuros para nuestra nación, ya que mi hermosa casa, Mar-A-Lago en Palm Beach, Florida, se encuentra actualmente sitiada, allanada y ocupada por un gran grupo de agentes del FBI", escribió Trump, a quien le gusta llamar a Mar-a-Lago, su club de Palm Beach la "Casa Blanca de Invierno". ¿Cuál es la historia de esa suntuosa mansión sobre el Atlántico?
En 1973, la heredera de los cereales, Marjorie Merriweather Post, donó su mansión de 128 habitaciones en Palm Beach al gobierno de los Estados Unidos para que la utilizara como la "Casa Blanca de invierno". Por tanto, el apodo no está inventado por Trump en uno de sus chistes.
Post, quien había heredado Postum Cereal Company de su padre, se convirtió en la mujer más rica de Estados Unidos, terminó de construir Mar-a-Lago en 1927 por unos siete millones de dólares, que a dinero constante serían unos 120 millones en la actualidad, unos 118 millones de euros.

Los arquitectos Marion Sims Wyeth y Joseph Urban diseñaron la propiedad, que se asienta sobre algo más de ocho hectáreas que bordean el Océano por un lado y el Canal Intracostero de Florida por el otro.
Post legó su hogar al gobierno estadounidense después de su muerte con la intención de que se usara como un retiro de clima cálido para el presidente. Pero en 1981 el gobierno devolvió Mar-a-Lago , que había sido declarado Monumento Histórico Nacional un año antes, a la Fundación Post, citando su alto costo de mantenimiento anual de alrededor de un millón de dolares, unos 950.000 euros.
Donald Trump hizo entonces una primera oferta por la propiedad de 28 millones de dólares pero fue rechazada. Insistió y el mercado inmobiliario sufrió fuertes bajadas. Ante el desplome, Trump terminó obteniendo la propiedad por un precio de ganga: unos cinco millones (de 1985), por la propiedad y otros tres millones por las antigüedades y muebles que tenía la casa.

Además de Mar-a-Lago, Post poseía una cartera de bienes raíces considerable que incluía un retiro en Adirondacks, una mansión en Long Island, un yate que ella misma diseñó y que era el yate privado más grande en ese momento, y un Washington, DC Hillwood, que ahora es una casa museo que contiene su extensa colección de joyas, porcelana de Sèvres, Fabergé y obras maestras francesas.
Con el tiempo, Trump convirtió a Mar-a-Lago en un club privado y en 1995 y construyó un salón de baile de inmenso, de unos dos mil metros cuadrados de superficie: solo en pan de oro para decorar este Versalles del Caribe gastó unos siete millones de entonces.

Trump se quedó en la compra de un escudo de armas que las autoridades británicas habían otorgado en 1939 a Joseph Edward Davies, el tercer marido de Post, y luego reemplazó "Integritas", la palabra latina para integridad, con "Trump". También gastó 100.000 dólares en cuatro lavabos chapados en oro. Básicamente, al igual que su penthouse en la Quinta Avenida.
"Tengo 24 acres (diez hectáreas) en Palm Beach y nadie tiene algo así", dijo Trump en un evento de saltos allí en 2014. "Una casa grande está en un acre. Tengo 24. Es la gran propiedad de Palm Beach". La verdad es que Mar-a-Lago tiene 20 acres de superficie.
En 2016, Anthony Senecal, exmayordomo de Trump e historiador no oficial de Mar-a-Lago, habló con The New York Times y dijo que la biblioteca está "revestida con paneles de roble británico centenario y llena de raros libros de primera edición que nadie en la familia nunca leyó".

Trump no siempre ha estado de acuerdo con los vecinos de Palm Beach sobre sus planes para Mar-a-Lago. Ha luchado contra la ciudad por el tamaño de su bandera estadounidense. El original, instalado en 2006, estaba en un poste de 25 metros, aunque las ordenanzas de Palm Beach prohíben que los postes de bandera tengan tanta altura y la infracción conlleva una multa (diaria) de 250 dólares.
Trump demandó a la corporación por 25 millones de dólares, alegando que se estaba violando su derecho a la libertad de expresión. Finalmente, él y el pueblo llegaron a un acuerdo: cambió a una bandera más pequeña y en lugar de pagar multas 100,000 dólares a organizaciones benéficas para veteranos.
En 2015, volvió a demandar al condado de Palm Beach por lo que llamó movimientos "deliberados y maliciosos" para dirigir los vuelos que salen del Aeropuerto Internacional de Palm Beach sobre Mar-a-Lago. La demanda se retiró después de las elecciones, obviamente, ya que durante la presidencia de Trump hubo una zona de exclusión aérea ordenada por el Servicio Secreto sobre Mar-a-Lago cuando Trump estaba en la residencia.

Cuando abrió Mar-a-Lago, Trump dio la bienvenida a miembros judíos, afroamericanos y parejas homosexuales, a quienes se les había prohibido unirse a otros clubes de Palm Beach. Según los informes , los miembros del club solían pagar una tarifa de ingreso al club de 100 000 dólares y cuotas anuales de 14 000 (junto con impuestos y un mínimo anual de comida de 2000 dólares por el privilegio de usar las instalaciones. Cuando Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, la tarifa hacerse socio subió a 200,000 dólares anuales.
Negocio rentable
Es un negocio rentable. Trump ganó 15,6 millones de dólares con el club en 2014. En su primer año en el cargo, ganó 25,1 millones de dólares. El Beach Club está en el lado del Océano Atlántico de la propiedad. Trump pasó de media 133 días al año en la propiedad mientras estuvo en el cargo. Hizo allí el baile de la Cruz Roja, a principios de febrero de 2017 y recibió al primer ministro japonés, Shinzo Abe, el fin de semana siguiente.
Desde Mar-a-Lago Trump autorizó un ataque con misiles en Siria y recibió al presidente chino Xi Jinping en una cumbre de dos días. Según la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, solo cuatro viajes que hizo el presidente a Mar-a-Lago en 2017 costaron a los contribuyentes al menos 13.6 millones. También allí Trump organizó una cena para el presidente Jair Bolsonaro de Brasil en marzo. Más tarde, tres asistentes dieron positivo por el coronavirus.
En marzo, Mar-a-Lago cerró temporalmente sus puertas debido a la pandemia de Covid-19. Tres visitantes, incluido un secretario de prensa del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dieron positivo por el coronavirus después de visitar el club para un evento organizado por el presidente Trump.
Entre sus historias de intrigas palaciegas, se cuenta que Trump prohibió la entrada al delincuente sexual Jeffrey Epstein a Mar-a-Lago después de que este último coqueteara con la hija adolescente de un socio. Trump suele admitir que se siente más cómodo en Mar-a-Lago que en casi cualquier otro lugar. Sin duda, mejor que en la Casa Blanca.
También tiene más amigos allí que en Washington o Manhattan, donde Trump, un neoyorquino de toda la vida, es extremadamente impopular. De hecho, en septiembre de 2019, él y Melania cambiaron su residencia principal de Manhattan a Palm Beach, donde además se pagan menos impuestos. "Aprecio Nueva York y a la gente de Nueva York, y siempre lo haré, pero desafortunadamente, a pesar de que pago millones de dólares en impuestos municipales, estatales y locales cada año, soy muy mal tratado por los líderes políticos tanto de la ciudad como del estado".
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