El tercer capítulo del documental de En el nombre de Rocío está dejando titulares de lo más sorprendentes. El episodio se centra en Pedro Carrasco, primer marido de Rocío Jurado y padre de Rocío Carrasco, que repasa su relación, la del boxeador con su segunda mujer, Raquel Mosquera, y hasta con su ex marido, Antonio David Flores, al que ahora llama "Satanás".
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Rocío, que se niega a ver un vídeo del padre de sus hijos ("tú ponlo, que no lo veo pero lo escucho"), afirma que su padre caló a Antonio David Flores desde el primer momento y que jamás le gustó: "No sé cómo era su relación con mi padre ni me importa. Lo único que me interesa saber es lo que él pensaba del 'ser', que no se equivocó en nada de lo que me dijo", cuenta. El malagueño afirmó en una ocasión que su suegro nunca lo quiso porque quería "algo más que un guardia civil" para su hija: "Le hubiese dado igual que fuera guardia civil, ingeniero o cartero. Lo que no quería era que me casara con Satanás", dice ella.
A machete con Raquel Mosquera
Rocío también se muestra muy dura con Raquel Mosquera y asegura que jamás se llevó bien con Antonio David cuando vivía Pedro Carrasco; lo que lo hizo después para seguir en televisión: "Es una más que tiene que chupar. Ella cambia tras la muerte de mi padre porque la ayudan a cambiar, lo hace la persona que está siempre entremedias de todo lo malo que a mí me pueda pasar, el 'ser", asegura tajante. "No tiene escrúpulos, no tiene ningún tipo de sentimiento hacía esa persona que fue su marido porque si los tuviera no hubiera hecho conmigo lo que ha hecho. Luego se jactaba de cuidar su tumba, a quien no cuidó es quien está dentro".

Rocío recuerda que los inicios de su relación con Raquel no fueron malos aunque nunca llegaron a ser amigas: "Yo notaba cosas raras en ella, no era médico para diagnosticarla pero había cosas que no eran normales", dice respecto a los problemas mentales de Raquel. "Ella miente todo el rato porque tiene que hacerlo para seguir chupando. Mi padre jamás se hubiera referido a mí como "esa grandísima hija de puta", como dice ella, y quien lo conociera lo sabe. Tampoco es verdad que nuestra última conversación acabara mal. Fue reparadora, sanadora. Mi padre no se fue haciendo eses porque estuviera disgustado conmigo, ella sabe lo que bebió mi padre ese día porque ella misma se lo sirvió". Y añade: "Hay que se muy ruin y zafio para usar esa conversación y ese momento para decir todo lo contrario y culparme a mí de la muerte de mi padre. Es de no tener moral para hacer eso".
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