No es que la Prensa especializada en cine sea una visionaria, lo que ha sucedido es, salvo que hubiese un corte general de luz en Estados Unidos este fin de semana, Top Gun: Maverick iba a ser la cinta más vista por los espectadores estadounidenses. La intensa promoción que ha hecho Tom Cruise, Festival de Cannes incluido, ya era el anticipo de una cinta espectacular. Así lo han reconocido los espectadores con una taquilla, solo en su estreno en Estados Unidos, de 150 millones de dólares. En términos económicos es el mejor despegue en la filmografía de Cruise.
Ya se empieza a decir que Cruise es el mesías de Hollywood, y de las salas del cine, ante el empuje de las plataformas de pago y sus estrenos exclusivos en streaming. Una estrella que no transige con el nuevo ecosistema cinematográfico y que reivindica el visionado de una cinta en la pantalla grande, rodeado de gente que no se conoce. Es como una ceremonia pagana y así se ha vivido y sentido durante décadas.
Top Gun: Maverick ya es el blockbuster de la temporada primavera-verano. Cabe la posibilidad de que únicamente sea superada por el propio Cruise con la nueva entrega de la franquicia de Misión imposible. Las aventuras del piloto han logrado este fin de semana 134 millones de recaudación en Estados Unidos, la mejor cifra de estreno en la filmografía del intérprete. En el resto del mundo también ha triunfado. También dinamitó récords en 32 mercados. Lidera la taquilla de Reino Unido (19,4 millones), seguida por Francia (11,7) y Australia (11,7), a la espera de su puesta de largo en Corea del Sur, donde estará presente el mes que viene. La cuantía podría haber subido de forma notable si hubiese estado presente en Rusia y China.
El éxito de Top Gun: Maverick depende de la sagacidad en muchos factores. Tom Cruise y su equipo han hecho una promoción ejemplar. Estar en el Festival de Cannes, ante todos los informadores y críticos de cine tuvo una repercusión importante, así como sus premieres en Reino Unido, con la presencia de los duques de Cambridge, y Japón.
Estos actos multitudinarios fueron el aperitivo del plato principal: el estreno de la película. Cruise y su equipo le dieron al espectador justo lo que querían, una película de acción trepidante, con una historia de amor que ayudaba a tomar oxígeno entre las escenas aéreas, y un guión que, aunque no es como para tirar cohetes, al menos es coherente. La emoción corrió por cuenta del breve encuentro entre Maverick e Iceman (Val Kilmer).

Visualmente es un espectáculo elevado a la enésima potencia. Tanto Cruise, como el resto de los actores que pilotan los aviones, tuvieron instructores de vuelo para que ellos tomasen el mando. Esa preparación había que aprovecharla y no había mejor recurso para hacerlo que potenciar lo que estaba sucediendo dentro de la cabina de vuelo al usar tiros de cámara para que el espectador sintiera que, en vez de estar en la butaca, era uno más de ellos y que, literalmente estaba en el cielo.
El espíritu de Top Gun (1986) se conserva en Top Gun: Maverick. Aunque se han limado algunos anacronismos como ese exacerbado machismo, ahora se ha reciclado en camaradería masculina y la chulería militar que estaba fuera de sitio. Así, se ha convertido en una película intergeneracional. Han acudido a los cines los nostálgicos de la cinta original, esos que ahora pintan canas y en 1996 eran adolescentes. También jóvenes acompañados por sus hijos para que Top Gun: Maverick sea una referencia cinematográfica para ellos. Pero en 2020, y se dejen de móviles, tabletas y pantallas para ver una película por derecho.
Los incondicionales del cine de acción ya estaban reclutados, pero quedaban los escépticos, esos a los que ni les gustan las superproducciones rimbombantes, ni una visión del ejército amable e incluso a los que tienen tirria a Tom Cruise. En la mayoría de los casos lo han conseguido, a pesar de que la historia de amor entre el actor y Jennifer Connelly sea prescindible. Pero el protagonista de la franquicia de Misión Imposible no quería dejar de lado su faceta de galán.
La película es un magnífico ejemplo del cine comercial de entretenimiento y evasión, que es uno de los pilares del séptimo arte, aunque no el único afortunadamente. Otro logro más es que la cinta demuestra que no solo de héroes del cómic y de efectos especiales vive la taquilla.
Lo que queda es un logro personal de Tom Cruise, de su obstinación y de un Quijote que lucha contra los molinos de viento en forma de las gigantes plataformas.