Estilo de Vida

Los paisajes del agua del artista sevillano Emilio Sánchez Perrier, en el Museo del Prado

El museo madrileño presenta una selección de 69 dibujos que nos ofrecen un recorrido por la faceta del dibujante, uno de los paisajistas más relevantes de finales del XIX y comienzos del XX. En la foto superior, vista de la laguna de Venecia con la basílica de Santa Maria della Salute al fondo; y autorretrato de Emilio Sánchez Perrier (Museo del Prado).

La sala D del edificio Jerónimos del Museo del Prado presenta una selección de 69 dibujos, que nos acercan a la faceta de dibujante de Emilio Sánchez Perrier. Una exposición que reúne trabajos de su periodo de formación sevillano y de sus primeros viajes por España en 1877, cuando el pintor del aire libre y los paisajes del agua tenía 22 años. La muestra, gracias a la donación de la Fundación Tatiana, también exhibe un autorretrato del artista. Se puede visitar hasta el 30 de julio.

La importancia de Sánchez Perrier en su recorrido de dibujante radica en su papel como continuador del paisajismo naturalista desarrollado por la Escuela de Barbizón (Francia) y de la pintura luminosa y detallista de artistas como Martín Rico y Mariano Fortuny.

Del Guadalquivir a París

Sánchez Perrier (1855-1907) fue uno de los pintores de paisaje más destacados en España de finales del XIX y comienzos del XX. Creció como profesional en su Sevilla natal a orillas del Guadalquivir, que tantas veces pintó. También dejó su huella en fachadas y postigos de las calles de Triana.

A los 13 estudió pintura en la Academia de Bellas Artes de la capital hispalense. En su juventud emprendió viaje por España. El camino le llevó hasta Francia, Italia y norte de África. En 1880, pinta la naturaleza francesa de Fontainebleau y de Barbizon. Expone en la Royal Academy en Londres y en el Salón de París, ciudad que marcó su carrera y donde fue muy reconocido por su realismo, luminosidad y precisión técnica.

Los dibujos de la exposición del Prado, comisariada por Gloria Solache, pertenecen a su etapa de viajero. Unos años jóvenes en los que el sevillano plasma la naturaleza en todo su esplendor con paisajes rurales y urbanos. En sus trabajos se reconoce el adn de su estilo: una composición de perspectivas profundas, el efecto de la luz en los diferentes momentos del día y estaciones del año. El agua es la gran protagonista. Ejemplos de esta técnica y visión son las vistas de la laguna de Venecia con la basílica de Santa Maria della Salute al fondo; o las vistas de un río a su paso por Pontoise, en Francia.

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