Oportunidad única para contemplar el legado del pintor sevillano, gran artista innovador del Barroco español y uno de los más importantes del Siglo de Oro. Se puede visitar hasta el 30 de julio. Crédito fotos superiores: El sueño de san José (1662), después de la restauración. Aldeavieja (Ávila), parroquia de San Sebastián; y Vendedor de pescado (1650). Ottawa, National Gallery of Canada. Adquirido en 1926.
El Museo del Prado de Madrid brinda a Francisco Herrera el Mozo el reconocimiento que se merece. Para reivindicar su legado, la pinacoteca reúne 70 obras de este artista sevillano multidisciplinar en la exposición que lleva su nombre unido al de Barroco total. Un patrimonio artístico que abarca sus grandes frescos en iglesias, trabajos en retablos, su faceta de dibujante y sus retratos maravillosos. La muestra, en la sala C del madrileño edificio Jerónimos, se puede visitar hasta el 30 de julio.
El visitante puede contemplar en este recorrido los primeros pasos creativos de el Mozo en su Sevilla natal, donde fue guiado por su padre, conocido como el Viejo; la controvertida amistad que mantuvo con Murillo, al que desplazó de un importante encargo; y sus años en Italia que marcaron su trayectoria.

Pintor, dibujante, grabador, escenógrafo, diseñador y arquitecto inventivo, Herrera fue un creador total del Siglo de Oro. El 90% de las pinturas de la muestra han sido restauradas para la ocasión. Algunas de ellas, por primera vez, han abandonado las iglesias para las que fueron pintadas y entran en El Prado.
Sus nuevas autorías
Uno de los cuadros más buscados, Vendedor de Pescado (1650). El magnífico retrato, de la National Gallery de Canadá en Ottawa, se ha atribuido al sevillano gracias a unos estudios técnicos compatibles con los del Triunfo de San Hermenegildo. No es este el único hallazgo sobre su autoría. Unos dibujos del andaluz, que se han conservado en los museos del Louvre, el Nacional de Estocolmo y el Getty de Los Ángeles, fueron asignados por error a Pier Francesco Cittadini. En esta exhibición destacan también El Triunfo del Sacramento de la Eucaristía, préstamo de la Archicofradía Sacramental del Sagrario de Sevilla; El Sueño de San José, procedente de la iglesia de Aldeavieja (Ávila), que luce el brillo original después de la restauración; y el Cristo camino del calvario, del Museo Cerralbo de Madrid. El cuadro ardió en 1872 cuando estaba en la iglesia del Antiguo Colegio de Santo Tomás y ahora se ha recuperado en todo su esplendor. En palabras de Miguel Falomir, director del Prado: "Puede afirmarse sin temor a exagerar que de esta exposición emerge un Herrera totalmente novedoso", asegura.