Desde bien pequeñitos, nos enseñan lo importante que es cepillarse los dientes después de cada comida. Se trata de un hábito de higiene eficaz para prevenir la aparición de caries u otras enfermedades dentales en nuestra boca.
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Los dentistas recomiendan lavarse los dientes, al menos, dos veces al día para mantener tanto las piezas dentales como las encías sanas. Lo idóneo sería hacerlo por la mañana y después de la cena, lo que se traduciría cada 10 o 12 horas.
En este sentido, mucho se está hablando de cepillarse los dientes con bicarbonato de sodio, un compuesto que ayuda a blanquear el esmalte de los dientes. Sin embargo, su uso casero podría poner en riesgo la salud. Lo vemos.
Beneficios del bicarbonato
Muchas pastas de dientes han incluido al bicarbonato entre sus ingredientes por los beneficios que tiene. En primer lugar, es capaz de prevenir tanto la gingivitis como la caries, pues interrumpe las biopelículas reduciéndose el número de bacterias.
Por otro lado, las bacterias necesitan de condiciones ácidas para sobrevivir. De este modo, un enjuague de agua y bicarbonato aumenta el pH de la boca, haciéndola menos ácida y, por tanto, disminuyendo las bacterias. Y, finalmente, el bicarbonato elimina las manchas de los dientes, como se menciona líneas más arriba.
No proporciona flúor
En base a todo esto, usar bicarbonato para cepillarse los dientes no conlleva riesgos (siempre que no se empleen cantidades grandes). Sin embargo, en los últimos meses, se ha hecho viral un vídeo en redes sociales que explica un supuesto truco para blanquear los dientes usando agua oxigenada y bicarbonato.
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Lo cierto es que esto es muy peligroso. No es buena idea sustituir la pasta de dientes por el bicarbonato de sodio, ya que este no aporta la cantidad suficiente de flúor. Y un apunte más: la textura y el sabor de este compuesto son muy desagradables.