Estilo de Vida

Veranear en septiembre: la mejor época para visitar el Cabo de Gata

Cierta serenidad acariciará de nuevo las calas secretas y al paisaje lunar en el Cabo de Gata tras la invasión turística que el parque natural y sus alrededores sufren en julio y agosto.

Septiembre y octubre son meses ideales para escapar al sudeste almeriense. Las aguas siguen a temperaturas agradables, muchos de los restaurantes y chiringuitos siguen abiertos y es más fácil encontrar una mesa disponible. Para colmo, conseguir alojamiento no es un milagro y los precios son inferiores.

Si en los meses centrales de verano, localidades como Agua Amarga, San José, Rodalquilar, La Isleta del Moro o Las Negras rebosan de visitantes, en septiembre el viajero que puede elegir disfrutará con calma de los bellísimos pueblos marineros, las aguas turquesas, y algunas de las mejores playas de España, a la altura de las más hermosas del planeta, como las calas de San Pedro (a la que solo se accede a pie o por mar) o las famosas de Los Muertos, Monsul y Los Genoveses, sin los tumultos de los meses más concurridos.

La mejor guía para comer

En el borde exterior del parque, por el norte, Carboneras ofrece una gastronomía con una relación calidad precio razonable. En el medio del pueblo, Casa Santoña cuenta con una carta de tapas para aperitivo de hacerse selfies con ella, además de comérselas, claro. Elegir una o dos es complicado. Mejor preguntarle a Álvaro.

En el paseo marítimo de Carboneras, Sagoni ofrece rico pescado fresco. Marcos, el dueño, va a lo lonja a diario y eso se nota al saborear manjares como un sargo real, corvina o gallineta. Cerca está El Cabo, con magnífica cocina, tan creativa como su emperador en láminas con emulsión de mantequilla cítrica.

Entre Agua Amarga y Carboneras, es visita muy recomendable La Chumbera. Sylvain sirve entre otras delicias, la mejor ventresca de atún que se puede comer por esos lares. Ya bajando a Agua Amarga, en el mar, está La Palmera. La terraza sobre la playa es un enclave desde donde ver y escuchar las olas, si es que las hay. Ricardo cocina un gallopedro de chuparse los dedos. Se puede dormir ahí mismo si a Soraya le queda libre alguna de sus habitaciones, bañadas por el Mediterráneo.

En Agua Amarga, también en la playa, está el Costamarga, donde Consuelo o Lola pueden ofrecerte por ejemplo un rape de escándalo. El Playa, a pocos metros, tiene un apetitoso plato de pasta fresca con carabineros, ideal para compartir. Si andamos un poquito, casi en el extremo sur de la playa, Los Tarahis combinan un lugar mágico con un carta en la que se incluye su sabroso arroz negro. Justo al lado, el Beach Club es tranquilidad, música suave, tumbonas bajo las sombrillas, copitas y una carta breve para picar algo.

Pero visitar Agua Amarga y no tomarse una cerveza en La Plaza, y probar la tortilla de patata es como ir a Roma y no visitar el Coliseo. Y si somos exigentes con los vinos y un poquito gourmets, Carmen dispone en El Descorche, también en la plaza, de la mejor bodega de la comarca y todo tipo de conservas de primera calidad.

Muy cerca de la plaza, si hay ganas de un italiano rico, está Stanley & De Marco, donde Juanma triunfa con sus pizzas gourmet napolitanas. Recomendables los Raviolis de tartufo blanco a base de crema de trufa, nata, piñones y aceite de trufa.

La Villa es un restaurante donde la amabilidad compite con la calidad de la oferta que Martín exhibe en su carta. Lo demuestran, por ejemplo, los pimientos de Lodosa con vermout y crema de ajo asado o el rodaballo a la brasa, grenoblesa, alcaparra y uvas.

A pocos metros de La Villa, Paqui y Gregorio pueden ofrecerte un arroz que no olvidarás jamás en La Hoya: cocina casera elaborada con productos de primera.

Dentro del pueblo está también El Aljibe, con propuestas como la melva canutera con tomate, tarta de atún o marraná de pulpo.

Rodalquilar

Con un toque más vanguardista, trabajan con maestría el producto local en Oro y Luz, un hotel piscina y con restaurante en pleno valle de Rodalquilar. La carta es original y el chef, Luismi Luque, aprendió algunas de sus virtudes en el Celler de Can Roca. Recomendamos su tomate de verano, Sardina marinada, Calabacín y la pierna de cabrito de los Filabres.

¿Y para el alojamiento?

La elección de alojamiento en el Cabo de Gata depende de las necesidades y del número de días. Entre los mejores hoteles de la zona están el Mikasa, un lujo para los sentidos, Senderos, una magnífica opción a un precio imbatible, con piscina cubierta y otra climatizada, y La Palmera, con vistas insuperables en un enclave privilegiado, en la misma playa. 

Pero si la estancia va a superar la semana, una opción interesante es alquilar un apartamento o un chalé por días, semanas o quincenas. Aparte de las plataformas habituales como Booking o Airbnb, una dirección útil es Inmobiliaria Inmotheia, dedicada a alquilar buenas casas a precios interesantes.

Calle blanca de balcones y flores, en Agua Amarga

Cerca de Agua Amarga, tenemos pequeños paraísos como las calas hermanas del Plomo y de Enmedio. Ambas derrochan belleza y están abrazadas por dunas fósiles de un blanco singular. Para llegar a la segunda, hace falta un todoterreno de verdad, caminar unos veinte minutos desde El Plomo o desde Agua Amarga o llegar por mar en kayak o una lancha.

Existen decenas de rutas a pie, de las más sencillas a otras con dificultad. Subir desde el aparcamiento de Los Muertos al faro de Mesa Roldán nos permitirá evocar escenas de Juego de Tronos, igual que las ya citadas playas de Monsul o Los Genoveses

En La Isleta del Moro se disfruta del paisaje bucólico de auténtica localidad de pescadores y tiene una playa muy familiar y agradable. Para un buen homenaje de arroz o pescado fresco frente al mar, reserva una mesa en el restaurante La Ola, en la Terraza La Isleta o en el Club Municipal 3A Edad, donde, si tienes suerte, pueden darte un mero frito estratosférico y a buen precio.

El buceo es una buena opción tanto en San José, La Isleta de El Moro como en Agua Amarga o Las Negras
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