En los primeros meses de pandemia, una de las medidas que recomendaron los expertos para frenar los contagios de coronavirus fue quitarse los zapatos y dejarlos en la puerta. Esta práctica llegó para quedarse en muchas casas: al llegar de la calle, uno se descalza y se cambia el calzado.
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Sin embargo, esto no ocurre cuando se producen visitas. Sí es recomendable hacerlo cuando acudamos a un hogar en el que vivan niños pequeños, pues se pasan los días a ras de suelo. Por lo tanto, en estos casos, entrar con calzado de calle no es lo más adecuado, simplemente por higiene.
Pues bien, el quitarse los zapatos y dejarlos en la entrada es una costumbre de muchos países. Se da en naciones de religión musulmana, países del continente asiático, algunos de Europa y en Canadá, aunque no en todas las casas.
Los pies se vinculan a la impureza
Mundo Margo DeMello, autora de Pies y calzado: una enciclopedia cultura, explica a BBC que los pies, al igual que la cabeza, ha sido una de las partes más simbólicas del cuerpo a lo largo de nuestra historia. Si la cabeza se asocia con el alma y la mente, los pies se vinculan a la impureza. "Son la parte del cuerpo que toca el suelo y que lleva sus impurezas a donde entres".
En la antigüedad, civilizaciones de África, Asia y Europa ya solían hacerlo. "Cuando regresabas del mundo exterior te quitabas el calzado porque era la forma simbólica y física de remover las impurezas antes de entrar en la casa", cuenta DeMello.
Una necesidad en China
El profesor de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Complutense de Madrid, David Sevillano-López, afirma que el origen de esta práctica "posiblemente se encuentre en China, que es el foco cultural del que bebieron culturas de países como Corea, Japón o Vietnam".
En China era "una necesidad" por cómo se construyeron las viviendas. "La casa tradicional consiste en una planta cuadrada en la que las habitaciones son estancias independientes que se distribuyen alrededor de patios". Así, para entrar a una habitación había que pasar por patios exteriores, arrastrando la suciedad de la calle.
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"Por lo tanto, si no se tenía cuidado, el sitio donde te sentabas, comías o incluso podías llegar a dormir lo llenabas de la suciedad de la calle. Para evitar esto, que podía ser bastante desagradable, se generaron una serie de convenciones, principalmente entre la nobleza, que con el paso del tiempo se generalizó entre toda la población", asegura Sevillano-López al citado medio.
En China y en muchos países de Asia se mantiene la tradición de usar unas zapatillas especiales para interior. En el islam y en el hinduismo también es común dejar el calzado antes de entrar a los templos.