Puede no ser tan famoso como Monet, ni tan conocido como Delacroix, pero es uno de los pintores más influyentes en el arte moderno. Y la muestra del MNAC, una oportunidad para descubrir cómo pintan los maestros lo que no se ve.
El Museo Nacional de Arte de Cataluña, en colaboración con la Tate de Londres, inaugura su exposición más ambiciosa de la temporada: 'Turner. La luz es color'. Reúne un centenar de obras del pintor británico –entre pinturas, dibujos, esbozos y grabados– que muestran el camino recorrido por el mejor paisajista del periodo romántico en su afán por pintar la luz y la atmósfera, fruto de una audacia creativa rompedora.
La muestra del MNAC no es un mero recorrido por la obra del pintor británico, es una oportunidad para descubrir cómo pintar aquello que no se ve, pero que conforma la atmósfera de un paisaje. También para intuir el curso de la historia del arte. Porque William Turner fue a la vez pionero del Romanticismo y catalizador del nacimiento del arte moderno. Pocos artistas han tenido una influencia tan persistente en los movimientos artísticos posteriores. Y no solo en el impresionismo. Incluso el expresionismo abstracto de figuras como Mark Rothko admitió esa influencia.
Turner se volcó en uno de los retos que seguían desafiando a los pintores del siglo XIX: pintar la luz, la atmósfera, y se consagró a la pintura de paisaje, con predilección por las escenas de naturaleza desbordada por fenómenos meteorológicos, invisibles hasta entonces en la pintura. Con él, y sus obras de gran formato, el arte del paisaje se elevó a la altura de la pintura de historia.
Comenzó a bocetar al óleo en exteriores –una técnica a la que se consagraron los impresionistas– y a experimentar con el color. Sus pinceladas sueltas y una insólita paleta de colores se materializaban en escenas etéreas –paisajes, marinas y escenas industriales– con un enfoque y un resultado vanguardista que reflejaban el mundo como nunca se había hecho.

Entre Sorolla y Monet
William Turner es uno de los considerados "pintores de la luz" junto a su contemporáneo Joaquín Sorolla y a Monet. El enfoque y la temática le diferencia del pintor valenciano –la lluvia de una tormenta, la velocidad del tren envuelto en una nube de vapor–. Y el tiempo, del pintor francés. Porque Turner fue capaz de mezclar abstracción y realismo para recrear una atmósfera que desmaterializa las formas, ya a principios del siglo XIX, con unas décadas de antelación al nacimiento oficial del Impresionismo.
La muestra revela cómo la técnica de la acuarela fue fundamental en el enfoque científico, pero intuitivo del artista, que le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva insólita hasta la fecha.
Comisariada por David Blayney Brown, antiguo conservador jefe de Arte Histórico Británico de la Tate, 'Turner. La luz es color' se exhibe hasta el 11 de septiembre en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona.
En paralelo, el MNAC expone 'El latido de la naturaleza', una selección de 80 obras del siglo XIX de la colección del Museo Nacional, fundamentalmente dibujos, de artistas como Baldomer Galofre, Mariano Fortuny, Ramón Martí Alsina, Lluís Rigalt, Antoni Fabrés o Jaume Morera, entre otros, que muestran la fascinación y la sensibilidad que los artistas de ese siglo sintieron hacia la naturaleza.