Estilo de Vida

La verdad sobre el mito de las torrijas light: trucos que restan calorías pero no sabor

El mito de las torrijas light es más falso que un duro de madera. Pero sí es posible cocinar el postre rey de la Semana Santa rico y con menos calorías.

Una sabrosa y deliciosa torrija no tiene por qué ser una bomba calórica, pero que no te digan que no engorda porque te están engañando. Los trucos para "adelgazar" la gloriosa tostada nos aproximan al origen de este manjar, surgido como receta de aprovechamiento, menos azucarada cuando su función era ayudar a sobrellevar el ayuno cuaresmal sin retorcerse de hambre. Pretender que un alimento fabricado a base de azúcar, pan, leche y huevo, y frito en aceite, no engorde es como querer bañarse sin mojarse. Dentro de las innumerables variantes encontramos por ejemplo elaboraciones que usan miel como edulcorante o vino en lugar de leche hidratar el denso pan.

Los trucos para disfrutar del placer torrijero sin volver de Semana Santa rodando y con el colesterol disparado pasan por supuesto por moderar las cantidades pero además de esta obvia premisa es aconsejable hacer unas torrijas más ligeras.

Para empezar, hay panes de torrijas de miga densa y corteza blanda. Cuidado con los tentadores brioches, preñados de y otro tipo de masas de huevo, azúcar y mantequilla pero cargados de calorías ya antes de empezar a cocinar la torrija.

Un pan de torrijas más ligero es el de barra, el normal y corriente, y basta que sea del día anterior, para que luego se seque y absorba bien la leche. Eso resta y calorías o, para ser más rigurosos, suma menos.

La leche que te han dado

Con la leche podemos recortar poder calórico pero no olvidemos que hidratar el pan y cargarlo de sabor da sentido al invento. La leche entera se puede sustituir por semidesnatada pero no aconsejamos la desnatada. Una opción que no nos obliga a renunciar al sabor pero con menos contundencia es leche semi pero infusionada con arte: tiempo, y buenas especias como la canela, el cardamomo, el polvo de chocolate, la vainilla, y granos de café. Lo esencial son las cortezas de limón y naranja (se pueden usar otros cítricos). Es básico calentar la leche pero no dejar que llegue a hervir.

Bañar en almíbar la torrija es incompatible con ahorrar calorías. Mejor que hacerlo con cualquier azúcar (blanco, moreno o de caña) es siempre la miel, mezcla de fructosa pero menos calórica que el azúcar, pero más potente como edulcorante, con lo que se consigue más sabor con menos cantidad. También funcionan el sirope de agave o la miel de caña. Si usamos un almíbar a base de aspartamo, estevia o directamente sacarina, restaremos mucho poder calórico pero no esperemos el mismo sabor.

Una idea muy clara para el huevo

Usar más claras que yemas para el rebozado de las torrijas es buena solución para rebajar la contundencia. La proteína del huevo está en la clara mientras que la yema está repleta de grasas, aunque saludables.

La idea es batir una proporción de tres o incluso más claras con alguna yema, pero no suprimamos jamás la yema porque el rebozado la necesita para agarrar más fácilmente. Escurrir bien la yema es esencial. En fin… En el término medio está la virtud: disfrutemos de las torrijas sin regresar de la Semana Santa más orondos de lo deseable.

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